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En los últimos años, se han logrado avances en materia educativa, en gran parte gracias a la reforma emprendida por el Ministerio de Educación (Minedu) y a un mayor gasto en este sector, que pasó de un 2.6% del PBI en 2000 a un 3.5% en 2016, refiere ComexPerú.

Así, según el Inei, en 2016, el acceso a la educación, medido a través de la tasa neta de matrícula, aumentó en los niveles inicial y primaria, hasta alcanzar un 80.7% y un 91.4%, respectivamente. No obstante, para el nivel secundario cayó, del 84.1% en 2015 al 83.6% en 2016.

Una forma de constatar qué tan efectivas son las medidas del Gobierno para elevar la calidad educativa es a través de la prueba PISA, realizada cada tres años por la OCDE, en la cual participan 72 países, incluido el Perú.

Esta prueba, normalmente, evalúa tres áreas: competencia lectora, matemática y científica, pero en la última evaluación se agregaron dos más: educación financiera y resolución colaborativa de problemas.

La última prueba PISA fue realizada en 2015 y este año volverá a ser aplicada en las distintas instituciones escolares de Lima y provincias.

¿Qué dice PISA? Si comparamos los resultados de la evaluación PISA de 2000 con los de 2015, podemos notar que la calidad de la educación en nuestro país mostró avances en las tres primeras áreas, ya que registró un aumento de 4.6, 3.5 y 5.1 puntos en ciencia, matemática y lectura, respectivamente.

Sin embargo, al comparar los últimos resultados con los del resto de países evaluados, el Perú se ubicó en el puesto 64 en el área de ciencia, con 397 puntos (de 708 posibles); en matemática se ubicó en el puesto 62, con 387 puntos (de 669); y en lectura se ubicó en el puesto 63, con 398 puntos (de 698).

Con estos resultados, nos posicionamos por debajo del nivel mínimo de desempeño (nivel 2 de 5 posibles) en cada una de las áreas, razón por la cual todavía pertenecemos al tercio más bajo del ranking en la evaluación. Esto demuestra que falta mucho por mejorar para lograr el estándar de los países de la OCDE.

Asimismo, en lo que respecta al área de educación financiera, el Perú obtuvo un resultado por medida promedio de 403 (de 625), y ocupó el segundo nivel de desempeño, de cinco existentes, lo que indica un dominio muy básico de la competencia financiera.

Por otro lado, en el área de resolución colaborativa de problemas, obtuvimos un resultado de 418 (de 640), con lo que nos ubicamos en el nivel 1, por debajo del nivel mínimo de logro (nivel 2). Cabe mencionar que, debido a que la presentación de los resultados es progresiva, todavía no se cuenta con el ranking de países en estas dos áreas.

Educación y recursos de la mano
El bajo desempeño, la falta de materiales educativos y la infraestructura inadecuada sugieren que se debe invertir más en educación para que esta sea más equitativa y eficiente. Un reto pendiente que debe ser tomado en cuenta ahora que inician las clases escolares a nivel nacional. 

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Perú, hacia 2015, con US$ 20,114 por alumno, se ubicó entre los países que invirtieron menos de US$ 50,000 en sus alumnos de 6 a 15 años, cuando una mayor inversión generaría un mejor nivel de educación, refiere ComexPerú en un análisis.

Por ejemplo, un aumento de US$ 10,000 se asocia con 26 puntos más en la prueba PISA, refiere el gremio. Si bien esto no significaría que cada dólar invertido causa una mejora inmediata, sugiere que existiría un nivel de inversión mínimo para alcanzar resultados aceptables.

Asimismo, en lo que respecta a materiales educativos e infraestructura en nuestro país, solo un 33% y un 53%, respectivamente, son consideradas como adecuadas, según el BID; mientras que el promedio de los países de la OCDE es de un 66% y un 64%, respectivamente.

Para ComexPerú, lo dicho muestra dos puntos débiles de este sector, que perjudican la enseñanza, especialmente en el caso de las escuelas públicas. Por tanto, se deben invertir más recursos para extender las horas de clases en las escuelas de zonas rurales, ya que existe una relación positiva entre el desempeño escolar y el número de horas dictadas.

Actualmente, cabe precisar, que se evidencian brechas entre los estudiantes de zonas urbanas y rurales. A manera de ejemplo, los primeros reciben 5 horas de clase de ciencia en promedio, mientras que los segundos, solo 4 horas.

En general, resulta fundamental que la mejora de la calidad educativa se mantenga como un tema prioritario en la agenda. Aún quedan importantes retos en el sector para aspirar a los resultados de los países de la OCDE, como la cobertura en las zonas rurales y la calidad de la educación.

Esperemos que, este año, la prueba PISA tenga resultados satisfactorios para nuestro país y demuestre que los esfuerzos por mejorar la educación, poco a poco, están rindiendo frutos.

No obstante, para cerrar la brecha de calidad en el sector educativo, también se requieren especialistas en diseño curricular y calidad de la enseñanza. Es decir, en paralelo a la mejora en infraestructura y cobertura, se debe poner atención al contenido y el retorno que la educación, sobre todo en zonas rurales, puede ofrecer al alumno.