El temor al riesgo en los mercados financieros podría convertirse en una profecía autocumplida.
Mientras los bancos centrales insisten en que la expansión moderada de la inflación mundial continuará a pesar de una desaceleración en el primer trimestre, los inversores están presentado problemas. El alza en los rendimientos de los bonos, un repunte en el precio del petróleo a más de US$ 70 el barril, la volatilidad bursátil y restricciones al crédito podrían acabar frenando el crecimiento.
La preocupación es que a menos que los mercados comiencen a alinearse con las perspectivas optimistas de las autoridades, su pesimismo podría convertirse en la causa de una crisis, ya que llevaría a consumidores y empresas a perder la confianza y frenar el gasto. El Banco de Pagos Internacionales advirtió el año pasado que la próxima recesión podría estar generada por un fin del ciclo financiero, en un eco de los eventos de 2001 y 2008.
La amenaza es aún mayor dado que el valor de los activos financieros sigue creciendo. La ratio de activos respecto al producto interno bruto es ahora de 10 veces, comparada con seis veces a inicios de los años 90, según Stephen Jen, máximo responsable de Eurizon SLJ Capital.
“Los bancos centrales inflaron intencionalmente los precios de los activos en el ciclo actual, a través de la represión financiera, para estimular la economía”, dijo Jen, desde Londres. “Dados los abultados precios de los activos, incluidos acciones, bonos y propiedades, no debería sorprender que una corrección sincronizada en los mercados financieros provoque una desaceleración mundial”.
Menos optimista
El estratega de Morgan Stanley Andrew Sheets destacó esta semana una desconexión entre las expectativas de la firma, de un “ciclo económico que está madurando, pero aún no termina”, y la decidida visión “menos optimista” de los mercados.
Sheets atribuyó la divergencia a que los mercados ya habrían valorizado el discurso de un crecimiento mundial sincronizado, y las expectativas entre los inversores de que deben prepararse para el fin del ciclo de políticas monetarias ultralaxas, que ayudaron a generar retornos sobre el promedio a pesar del menor crecimiento económico. El mercado de deuda ya trastabilló a inicios de año y las próximas probablemente serán las acciones, afirmó.
Si bien una encuesta reciente de Bank of America Merrill Lynch entre administradores de fondos mostró que la mayoría aún favorece los activos de mayor riesgo, los participantes revelaron la menor confianza en que la economía mundial se fortalecerá en los próximos 12 meses desde febrero de 2016. Un 41% de los encuestados predijo una recesión en 2019.
Probablemente, los inversores deberían prestar más atención a las señales de estrés en los mercados financieros que a las cifras económicas. Después de todo, la recesión global de 2008 fue precedida por seis años de expansión global hasta que fue golpeada por la crisis de hipotecas de alto riesgo. La crisis de 2001 fue provocada por el fin de la burbuja puntocom y a esta le siguieron ocho años de crecimiento sincronizado a nivel mundial.
Las señales en el mercado son actualmente menos positivas que los datos económicos. Un modelo de BofA, basado en los rendimientos de bonos y el índice Standard & Poor’s 500, sugiere un 25% de probabilidad de una recesión de Estados Unidos en los próximos 10 meses, muy por encima del 10% que mostraba el año pasado.
Nota Original: Biggest Fear for World Growth Is Fear Itself as Markets Fret