Las autoridades de la Reserva Federal (Fed), cada vez más seguras de que la economía estadounidense se recupera rápido de la recesión causada por la pandemia, han empezado a sugerir una salida de la política monetaria ultraexpansiva que, por ahora, parece ser muy pausada en relación a la última vez en que se cerraron el flujo de dinero barato.
Aunque los gobernadores de la Fed aún tienen que ponerse de acuerdo sobre un plan, la mayoría espera que la tasa de interés de referencia se haya elevado al menos dos veces para fines del 2023, desde el actual nivel cercano a cero, muestran las previsiones publicadas el miércoles por el banco central.
Ocho de los 18 miembros del panel que fija la política monetaria ven al menos tres subidas de tasas para entonces.
Y aunque la Fed no hizo pronósticos sobre su programa mensual de compra de bonos por US$ 120,000 millones, que, junto con las tasas de interés bajísimas mantiene reducidos los costos de los préstamos y respalda el crecimiento económico, los gobernadores han dicho que eliminarán gradualmente el esquema antes de comenzar a aumentar las tasas.
Después de la crisis financiera y la recesión del 2007-2009, pasaron dos años completos desde el anuncio formal en diciembre del 2013 de la reducción gradual de las compras de bonos hasta el primer aumento de la tasa de interés.
El proceso de fin de compras de activos terminó en 10 meses y dejó una economía aún inestable durante más de un año que se alistaba para costos más elevados del crédito. Pasó otro año completo entre la primera y la segunda alza de la tasa de fondos federales.
Esta vez, es más probable que la Fed inicie la disminución de las compras de bonos en enero, según un sondeo de Reuters.
La implementación de dos aumentos de tasas para fines del 2023, como mostraron los pronósticos esta semana, acortaría sustancialmente la transición desde el fin de los estímulos mediante compras de activos hacia el incremento de los costos de endeudamiento, y también se prevé que las alzas de tipos sean más aceleradas.
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Eso no quiere decir que el cambio de ciclos, desde la política ultraexpansiva a un ajuste lento pero sostenido, vaya a ser inminente.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo el miércoles que la economía aún tiene “mucho camino” por recorrer antes de que se haya recuperado lo suficiente como para que la entidad comience a reducir las compras mensuales de bonos. Y el momento del aumento de las tasas ni siquiera está en la conversación, afirmó.
Las proyecciones de tasas de la Fed ya habían arrojado saltos de 50 puntos básicos anteriormente, en particular en el período 2014-2016, cuando el banco central estaba comenzando a salir de las políticas utilizadas durante la crisis financiera previa.
Pero en ese momento, el Fed también se encontraba en medio de un replanteamiento sobre cómo funcionaba la economía y, en especial, estaba reduciendo constantemente sus estimaciones de la tasa de interés “neutral” a largo plazo empleada para evaluar si la política monetaria respaldaba o no a la economía.
Esos recortes también estaban impulsando a la baja las estimaciones de su propia tasa de política monetaria.
Esta vez, la Fed está moldeando más directamente su perspectiva a las condiciones económicas inmediatas.
El mensaje principal de los nuevos pronósticos de la Fed, dijo Powell a periodistas después del final de la última reunión, es que “muchos participantes se sienten más cómodos de que las condiciones económicas en la orientación futura del comité (de políticas) se cumplirán de alguna forma antes de lo anticipado”.
Eso, agregó, “sería un acontecimiento bienvenido: si tales resultados se materializan, significa que la economía habrá avanzado más rápidamente hacia nuestras metas”.
También sería diferente de la última vez, cuando la economía, al recuperarse de la crisis financiera, no cumplió con las previsiones que las autoridades de la Fed habían trazado en cada trimestre.
Powell dijo que la Fed, a partir de su reunión del próximo mes, comenzará a evaluar si la economía ha avanzado lo suficiente hacia sus metas de inflación de 2% y pleno empleo para justificar la reducción de las compras de bonos, y que el proceso será “ordenado, metódico y transparente”.