Redacción Gestión

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(Bloomberg Gadfly).- El mercado piensa que el Brexit ha echado por tierra la fusión proyectada de la Bolsa de Valores de Londres (LSE, por sus siglas en inglés) con la Deutsche Börse. Puede que las compañías tengan que hacer algo inteligente para demostrar que los inversionistas se equivocan.

LSE se cotiza con un gran descuento respecto de los términos del acuerdo pese a que ambas bolsas volvieron a comprometerse a una unión horas después de la conmoción provocada por el referéndum de la semana pasada. Sus acciones cerraron el 27 de junio en el nivel que habrían tenido si simplemente hubiesen seguido al mercado de valores desde el día anterior a que se hiciera pública la idea de la fusión.

A ambos grupos de accionistas les convendría seguir apoyando la operación cuando se la someta a la aprobación de los inversionistas el mes entrante. El ahorro de costos que generaría la fusión probablemente siga siendo factible independientemente del estatus del Reino Unido en Europa. La lógica de aumentar la escala aún es válida, y el Brexit no va a destruir el mercado de valores grande y líquido del Reino Unido.

Los recientes movimientos del mercado tampoco han invalidado los términos de la transacción. Los accionistas de LSE recibirán 46% de la nueva compañía, lo que refleja los valores relativos de las dos bolsas en el trimestre finalizado el 22 de febrero, justo antes de que se filtrara la noticia sobre la operación.

Según los precios de contado de hoy, LSE habría tenido derecho a recibir solo 43% del grupo fusionado, lo que implica que los accionistas de Deutsche Börse están pagando una prima de 6%. Pero era sería una razón equivocada para que los inversionistas de la compañía alemana impidieran la transacción dada la volatilidad de los últimos días. Nadie sabe cómo estarán las cosas en el momento de completar la operación, programada para comienzos del 2017.

El mayor riesgo es el que plantean los reguladores. La cuestión es si Alemania exigirá que las bolsas abandonen la idea de tener un holding británico, aun cuando una estructura con sede en Londres sería un gran atractivo para los inversionistas mundiales en la acción. El responsable del ente regulador de las finanzas de Alemania, Bafin, dijo el martes que era difícil imaginar que la bolsa de valores más importante de la zona euro fuese "timoneada" desde fuera de la UE, informó Reuters.

Si es así que se cancela el plan, ¿podría reconstruirse la fusión disipando esa preocupación? No fácilmente. Supongamos que LSE y Deutsche Börse estuvieran a gusto con la idea de trasladar la conducción por entero a Alemania. Dado que Deutsche Börse ya proporciona el CEO de la fusión, la operación en definitiva se convierte en una absorción más que una fusión.

Los accionistas de LSE exigirían que Deutsche Börse pagara una prima por el control total y esperarían que su directorio llevara a cabo una subasta. Deutsche Börse se mostraría reacia, y estaría en juego ella también. Ninguno de los dos equipos directivos querría eso. Ni quizá tampoco los políticos alemanes. Por su parte, Carsten Kengeter, el CEO designado, ha hecho gran parte de su carrera en Londres.

La solución exige una alternativa con matices que ubique la fusión en dos países al mismo tiempo, pero con cierta inclinación hacia uno de ellos. Hay algunos antecedentes, si se los puede llamar así. Pensemos en Unilever, Royal Dutch Shell, BHP Billiton, Rio Tinto, Glencore y Relx (la ex Reed Elsevier). Pero, al mismo tiempo, las acciones tienen que reunir los requisitos tanto para el Dax como para el FTSE-100, con una estructura de directorio que se adecue a las normas de ambos. Las compañías británicas son muy distintas de las alemanas en ese aspecto.

Además, ninguna oscilación hacia Alemania puede ser tan grande que requiera una prima por control. En suma, una cuadratura del círculo bastante complicada.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.

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