(Foto: Difusión)
(Foto: Difusión)

No pareció una revolución. Fue un batido verde y una hamburguesa de pescado en un café de comida saludable de .

Sin embargo, generaciones futuras podrían verlo en retrospectiva como el momento clave del primer despliegue nacional de una tecnología que podría hacer tambalear la banca comercial e incluso sacudir el estatus del dólar estadounidense como la moneda mundial de facto.

Los refrigerios estuvieron entre los primeros artículos comprados usando el dólar de arena (Sand Dollar), una moneda digital emitida por el banco central de las Bahamas para su uso en todo el país a través de una aplicación.

“Es instantáneo - me llega un mensaje y es recibido”, dijo Dawn Sands, propietaria de NRG, el café de la capital Nassau, mostrando a Reuters a través de un video cómo funcionan las ventas. “Una vez que la gente se sienta cómoda y se eduque, creo que va a ser algo grande”.

El experimento en el país archipiélago de unas 390,000 personas es modesto en sí, pero es probable que sea seguido de cerca por los principales bancos centrales de todo el mundo, desde la de Estados Unidos y el hasta el Banco Popular de China y el Banco de Inglaterra.

Los grandes emisores han estado considerando la posibilidad de emitir sus propias monedas digitales, y se han encontrado en una posición difícil a medida que el uso del efectivo físico disminuye.

Son cuidadosos respecto de una tecnología basada en cadenas de bloques, como , concebida para desterrar a los bancos centrales, pero reacios a perder el tren de un posible cambio de escenario y a ceder terreno a ofertas de grandes tecnológicas, como el Diem respaldado por Facebook, anteriormente conocido como Libra.

Países más pequeños como Camboya también han seguido adelante con sus propios proyectos de monedas digitales, que prometen extender los servicios financieros a las personas que actualmente carecen de acceso a la banca, especialmente en el mundo en desarrollo.

El plan de las Bahamas ofrece pistas a otras economías sobre la forma en que pueden introducirse y funcionar en la práctica las monedas digitales de los bancos centrales, desde la incorporación de los usuarios hasta la ayuda a las empresas para evitar costosas tasas de pago.

“Todo el mundo está interesado en él, creo que es el primer paso”, dijo Philip Middleton, vicepresidente del centro de estudios sobre bancos centrales del Foro Oficial de Instituciones Monetarias y Financieras (OMFIF, por su sigla en inglés) en Londres.

“Si busco lecciones para los grandes, este es un aprendizaje. Si tiene éxito, ¿cómo han persuadido a la población para usarla?”

Señales tempranas positivas

El dólar de arena comenzó en octubre, con usuarios que se incorporaron en las semanas siguientes.

Uno de sus principales objetivos es impulsar el acceso a los servicios financieros entre los habitantes del archipiélago, cuya compleja geografía de 700 islas y cayos remotos plantea problemas para la distribución segura de dinero en efectivo. Los pagos son también un área clave.

En el café NRG, Sands dijo que la tecnología ayudaría a las empresas más pequeñas a evitar las tasas que cobran las compañías de tarjetas de crédito, alrededor de un 4% de las ventas con plástico de las tortillas, paninis y similares: “Para un pequeño negocio, el 4% es un gran porcentaje”.

La moneda virtual es emitida por el Banco Central de Las Bahamas a las carteras digitales de un grupo inicial de seis empresas autorizadas para transferencias de dinero y pagos. A través de ellas, las personas y las empresas pueden acceder, guardar y gastar dinero a través de una aplicación.

Otras tres empresas, entre ellas un banco comercial, están sometiéndose a controles para entrar en el plan, dijo el Banco Central, sin dar más detalles.

Los primeros indicios son positivos, aunque en la actualidad sólo hay en circulación US$ 130,000 de arena, según datos del banco central, lo que contrasta con los US$ 508 millones tradicionales de las Bahamas.

En entrevistas con el Banco Central de las Bahamas, usuarios de dólares de arena y tres de las empresas financieras que ofrecen la tecnología sugieren que, hasta ahora, está funcionando como una forma de pago.

“En este momento tenemos comerciantes que lo han integrado a su sistema para que las personas puedan comprar productos”, dijo Deirdre Andrews de Omni Financial Group, una empresa de transferencia de dinero.

“El comienzo de esto es el movimiento de dinero de ida y vuelta”.

Seguridad en la era del COVID

Para introducir la moneda virtual, el banco central hizo una campaña en Instagram, en la que sus trabajadores discutían su experiencia del plan piloto.

“Una lección clave es que la participación de los interesados es importante”, dijo John Kim, consejero general de NZIA, la empresa de tecnología que desarrolló el dólar de arena. “Puedes decir, ‘la adopción es importante’, pero la gente necesita usarla - la gente necesita integrarse en esto”.

Las criptomonedas de los bancos centrales (CBDC) son diferentes del bitcoin, pese a que ambos se basan en la tecnología de las cadenas de bloques. Son emitidos por un banco central mientras que el bitcoin es producido por “mineros” que resuelven rompecabezas matemáticos, sin ninguna autoridad central.

Sustituyen por completo a los billetes y monedas, pero también se diferencian del dinero electrónico usado para pagar con tarjetas o PayPal, que es simplemente una representación del dinero físico.

Si se produce un cambio importante desde las tarjetas de crédito y débito a los CBDC, las grandes empresas de pago y los bancos podrían ver cómo se evaporan comisiones que se cobran por procesar las transacciones.

En una señal de cómo algunos pueden tratar de cubrir el riesgo, Mastercard dijo en septiembre que estaba creando una plataforma para ayudar a los bancos centrales a probar cómo las monedas digitales podrían desarrollarse y utilizarse.

Se esperan pruebas mayores de otros grandes CBDC. China es la economía más avanzada con su yuan digital, algo que espera pueda reducir su dependencia del sistema mundial de pagos en dólares.

La moneda de las Bahamas no permite a los individuos tener cuentas directamente en el banco central, lo que podría desviar los depósitos desde los bancos comerciales y hacer tambalear sus modelos de negocio.

Por ello, el proyecto ofrece pocos indicios sobre el impacto de los CBDC en las empresas financieras tradicionales, un área de interés clave para las principales economías, que están ponderando los riesgos de la tecnología.

Kimwood Mott, quien supervisa el proyecto en el banco central, dijo que un atractivo para muchos propietarios de empresas había sido la perspectiva de evitar el dinero en efectivo físico durante la pandemia.

“Es rápido, sin contacto y -en la era de COVID- es seguro”.