El valor que se le da a la educación virtual ha cambiado mucho en el post-COVID, lo cual se aplica también para los estudios de maestría. Sin embargo, si se desea optar por una universidad del extranjero, sigue habiendo una brecha entre un programa presencial y uno a distancia, coinciden los expertos.
Sobre dicho punto, el socio de Amrop Perú Federico Cúneo destaca que la imagen de los postgrados online ahora es muy diferente de la de hace pocos años. “Antes, a la modalidad remota se le confundía con los estudios universitarios por correspondencia y se les minimizaba, pero ahora esta idea ya no está. Las maestrías a distancia han sido revaloradas enormemente”, dice a gestion.pe.
Sin embargo, aclara que en el mercado laboral y en otros ámbitos continúa siendo muy apreciada la experiencia que un profesional adquiere al estudiar una maestría presencial en el exterior, sobre todo por el contacto con personas de diversas culturas y el intercambio de información mediante el diálogo, atributos que difícilmente puede brindar un postgrado online.
Entre las ventajas que ofrece, Joaquín Azcue, vicedecano de EAE Business School, indica a gestion.pe que los programas online aportan una gran flexibilidad y amplían el espectro de potenciales alumnos al romper las barreras geográficas y temporales. “Ahora bien, cuando la presencialidad es posible, existe un valor inherente a la experiencia de compartir durante un año el destino con un grupo de estudiantes de diversas nacionalidades que no es fácil replicar en su totalidad con un programa online”, agrega.
Por esta razón, señala, la mayoría de las escuelas de negocio en España, como es el caso de EAE Business School, continúan ofreciendo estudios de postgrado presenciales, además de los virtuales. “En el caso de EAE, una vez finalizada la parte inicial de la pandemia y con los niveles de contagio controlados, la demanda de maestrías presenciales ha vuelto a los niveles previos a la pandemia, incluyendo la demanda nacional y de otros países”, afirma.
La doctora Alba Barbará, vicedecana de OBS Business School de España, recuerda que en el punto más crítico de la pandemia, las universidades se vieron obligadas a iniciar un proceso de virtualización de sus programas. Pero esto no implicó un cambio radical en su metodología y propuesta de valor, por lo cual muchas están retornando a la presencialidad.
“A medida que la situación se va estabilizando, las instituciones van migrando a su anterior modelo presencial y a un nuevo modelo semipresencial o híbrido, ya que la demanda de maestrías presenciales no ha desparecido, sobre todo entre los individuos de 18-25 años”, comenta.
Elegir una universidad
Se trata de una decisión muy importante, que debe considerar diversos factores. En el caso de las escuelas de negocio, Joaquín Azcue señala que existen criterios objetivos de entidades independientes que las categorizan en función de la calidad de su docencia y su capacidad de investigación.
“Los diversos rankings internacionales posicionan los diferentes programas de cada una de ellas en función de parámetros objetivos. Asimismo, existen organismos certificadores independientes para los diferentes tipos de programas que garantizan su calidad y valor, no solo en términos de aprendizaje, también en términos de empleabilidad posterior de sus estudiantes”, comenta.
Por su parte, Alba Barbará sugiere considerar los siguientes factores: el prestigio de la institución, que puede medirse por medio de rankings, certificaciones internacionales, entre otros; el expertise de la universidad en el dictado de programas en el área de interés, la experiencia de los docentes, la actualización de los contenidos y la existencia de servicios que beneficien al alumno en su vida laboral.