La gestión de riesgos es una condición para la ambición: cuanto más ambicioso es el objetivo, la gestión de riesgos es más importante para alcanzarlo. (Foto: Difusión)
La gestión de riesgos es una condición para la ambición: cuanto más ambicioso es el objetivo, la gestión de riesgos es más importante para alcanzarlo. (Foto: Difusión)

Existe un estereotipo desafortunado acerca de que la gestión de riesgos es aburrida. Demasiados gerentes piensan de esta manera. Como resultado, la gestión de riesgos es una disciplina mal comprendida y poco apreciada. Hasta que ocurre un desastre, la es, para la mayoría, una tarea laboriosa y costosa.

Sin embargo, en un mundo cada vez más volátil, la gestión de riesgos nunca ha sido tan importante. No obstante, los gestores de riesgos luchan por hacer oír su voz frente a presiones comerciales más inmediatas. Esto es especialmente cierto en las pequeñas y medianas empresas, o .

Estas empresas tienden a ver la gestión de riesgos como un lujo costoso y, como resultado, pueden estar más expuestas a los riesgos.

Este artículo presenta un enfoque más ilustrado de la gestión de riesgos basado en dos décadas de aplicación, investigación y enseñanza de la gestión de riesgos a audiencias académicas y profesionales.

Ayudará a los gerentes, incluidos los de las PYMES, a comprender mejor los riesgos, y a aplicar técnicas eficaces y positivas de gestión de riesgos.

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La gestión positiva del riesgo es proporcionada

La proporcionalidad significa que los pequeños riesgos requieren poca atención; los grandes riesgos exigen mucha atención. Los riesgos diarios son aceptables, como: olvidar un archivo adjunto de correo electrónico, pagar dos veces una factura modesta o no cumplir con la fecha límite de un informe interno.

Por el contrario, los riesgos extremos merecen mayor atención: un enlace de phishing que desencadena un, la pérdida de propiedad intelectual clave en una startup innovadora o una infección bacteriana en el suministro de agua de una residencia de ancianos.

Descuidar los peligros reales cuesta millones, dolores de cabeza y vidas, y es entonces cuando lamentamos no haber sido más vigilantes, cuidadosos y aburridos.

Una gestión de riesgos proporcionada reduce las ineficiencias derivadas de un control excesivo o insuficiente. Ser demasiado cauteloso genera lentitud, rigideces y costos de oportunidad.

El descuido causa accidentes, inestabilidad y costos de remediación.

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La gestión positiva del riesgo celebra el éxito

Es una buena práctica de analizar las causas fundamentales de los accidentes, especialmente aquellos con mayores daños potenciales.

Sin embargo, cuando se centran únicamente en las pérdidas pasadas y los errores futuros, los gestores de riesgos no reconocen ni refuerzan las causas del éxito. Mirar retrospectivamente las causas de los fracasos es valioso, pero puede crear resistencia a través de la crítica implícita.

Elogiar las buenas prácticas de gestión de riesgos refuerza los comportamientos ganadores y evita críticas indebidas, y los gestores de riesgos positivos se convierten en mentores, no en agoreros. Bienvenida y aceptada, la gestión de riesgos se convierte en un ingrediente del logro.

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La gestión positiva del riesgo protege el rendimiento

La gestión de riesgos es inseparable de la gestión del rendimiento. La gestión positiva del riesgo tiene como objetivo captar las ventajas de la incertidumbre y prevenir las desventajas en la medida de lo posible.

Soñar en grande, arriesgar en grande: asumir riesgos es necesario, incluso deseable. Pero requiere método. Los deben equilibrar la audacia con la precaución, o estarán destinados al fracaso.

Las empresas y los gobiernos deben vigilar y responder a las amenazas, o causarán estragos para ellos mismos y para los demás, como hemos presenciado demasiadas veces. Cuando la gestión de riesgos falla, las organizaciones se hunden.

La gestión de riesgos es una condición para la ambición: cuanto más ambicioso es el objetivo, la gestión de riesgos es más importante para alcanzarlo.

Por Ariane Chapelle

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