Mecanismo. La firma usualmente obtiene contenido de otros sellos. Cobra  por el acceso a esta música y a cambio les retribuye a aquellos un porcentaje.
Mecanismo. La firma usualmente obtiene contenido de otros sellos. Cobra por el acceso a esta música y a cambio les retribuye a aquellos un porcentaje.

no tendrá sus propios copyright ni sus propios artistas”. Esa fue la promesa de Daniel Ek, fundador, semanas antes de que la empresa de música en streaming debutara en la bolsa y que hoy varios actores de la industria consideran rota.

Spotify, que ha empezado a negociar derechos musicales con algunos artistas y representantes de manera directa, ha generado un cierto malestar en la industria.

Aunque la decisión de la firma ha cogido por sorpresa a ejecutivos del sector, según Financial Times, no viola en estricto la promesa de Ek ni los contratos con las discográficas, que son tan tensos como fructíferos. ¿Entonces por qué las relaciones con estas podrían afectarse?

Contratos bajo la lupa

Los acuerdos vigentes con las discográficas establecen que la plataforma no puede comprar grabaciones originales o competir con ellas.

Si bien la compañía respetará esta condición (no controlará los derechos ni firmará contratos con artistas de la manera en que lo hacen las discográficas); sí obtendrá la autorización de algunos músicos que controlan sus propios derechos.

Bajo esta estrategia, la firma buscaría conectar a determinados músicos con sus oyentes sin intermediarios. Con lo cual no pretendería rivalizar con grandes discográficas: los acuerdos se limitarán a artistas independientes o a los que no tienen contratos de exclusividad.

Es por esto que, según personas del entorno de la empresa, se estaría seleccionando de 1,000 a 10,000 músicos a los que se les pagaría unos US$ 15,000 por adelantado para crear un negocio paralelo.

Estrategia de doble filo

Bajo esta premisa, ¿las grandes casas discográficas tienen motivos para sentirse realmente amenazadas?

Según un informe de Recode, este modelo podría también aplicarse teóricamente a las grandes estrellas. Metallica, que solía quejarse por la transmisión de su música, cambió hace poco su estrategia: obtuvo el control de su propio contenido y firmó un trato directo con Spotify; e incluso Ek afirmó que la banda basa el repertorio de sus conciertos en datos de la plataforma.

Si bien la compañía no planea convencer a celebridades de que deberían abandonar sus compañías, cada vez son más los artistas como Garth Brooks o Janet Jackson que optan por trabajar de manera independiente. No obstante, según analistas de Deutsche Bank, este grupo aún es reducido: representa apenas el 8% de la música en Spotify.

Aun así, de acuerdo a Recode, la nueva estrategia de la firma podría derivar en un par de respuestas de lado de las grandes discográficas: o mantienen los lazos con la plataforma bajo el convencimiento de que sus músicos ostentan mejores condiciones; o por lo contrario podrían amenazar con retirarse.

Esto, sin duda, sería un zarpazo: las grandes discográficas le proporcionan a Spotify 87% de sus transmisiones. Aunque la tecnológica les brinda a su vez los miles de millones en ingresos, que están reemplazando los montos ya casi desaparecidos de las ventas de CD y descargas digitales.

¿Qué resultados persigue ahora?

Solo el año pasado Spotify registró una pérdida operativa de US$ 461 millones. Es así que ahora quiere ampliar sus márgenes y una alternativa es establecer un puente directo con artistas independientes.

La empresa, que siempre ha sido intermediaria, paga más del 75% de sus ingresos a los titulares de los derechos. Analistas de Wall Street, según Financial Times, consideran que necesita controlar sus propios contenidos para aspirar a tener tanto éxito como Netflix. Esto le permitiría reducir gastos: ofrecería a los artistas tarifas más bajas de las que paga a las discográficas. Tan solo en el 2017 pagó 79 céntimos por cada dólar que ganó versus 88 céntimos en el 2015. Sin embargo, la estructura de la industria discográfica sería más difícil de modificar.

Pues está controlado por pocas firmas: Universal, Sony, Warner Music y Merlín.

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