El canciller de Alemania, Olaf Scholz, y su ministro de Economía, Robert Habeck, participaron este martes en la inauguración de la primera fábrica de Tesla en Europa, donde reafirmaron su apuesta por la electromovilidad como tecnología del futuro.
Elon Musk, consejero delegado del fabricante estadounidense de vehículos eléctricos, también asistió a la ceremonia, en la que entregó personalmente los 30 primeros vehículos modelo Y fabricados en la planta a sus nuevos propietarios, con el trasfondo de una ambientación futurista y música tecno.
“Gracias Alemania”, escribió el magnate en su cuenta de Twitter, tras inaugurar la factoría, asentada en 300 hectáreas próximas a la localidad de Grünheide, a escasos cinco kilómetros de la capital alemana de Berlín.
“La electromovilidad determinará la movilidad del futuro”, declaró el canciller Scholz. que destacó que el periodo de construcción de dos años demuestra que “Alemania puede ser rápida”.
También el ministro de Economía y Energía, el verde Robert Habeck, puso la fábrica como ejemplo de éxito y manifestó que se esfuerza “las 24 horas del día” por cumplir con el objetivo del Gobierno de coalición de acelerar los procesos de licitación en la industria.
Habeck agregó que la apuesta de Tesla por el emplazamiento alemán es prueba de que el país es percibido como el “mercado líder” para los vehículos eléctricos y pronosticó que en el futuro seguirán existiendo los vehículos particulares, aunque con tendencia a ser compartidos.
“Es por eso que los fabricantes apuestan cada vez más por convertirse en proveedores de movilidad”, señaló el ministro en un breve encuentro con la prensa, en el que destacó además la importancia de los vehículos eléctricos a la hora de reducir la dependencia del petróleo, también en el contexto de la guerra de Ucrania.
“Demostrar que no sólo podemos sustituir el petróleo por el petróleo, sino también por la electricidad, es un bonito símbolo en el día de hoy”, afirmó.
Está previsto que cuando la fábrica de Grünheide funcione a pleno rendimiento ponga cada año en el mercado 500,000 vehículos, además de baterías eléctricas, y dé trabajo a 12,000 empleados.
La planta fabricará el conocido como Modelo Y, un SUV eléctrico con tracción a las cuatro ruedas y motor dual, con autonomía para recorrer 533 km, y un precio de mercado de unos 58,000 euros.
Dos años llenos de baches
Desde que Tesla solicitó los correspondientes permisos en diciembre de 2019 hasta el inicio de la producción este mes de marzo han pasados más de dos años, más de lo que esperaba Musk, que contaba con que la fábrica empezase a funcionar en verano de 2021.
La compañía comenzó las obras con permisos provisionales y el proceso, lleno de baches, no ha estado exento de tensiones con las autoridades locales, que llegaron a exigir un depósito de 100 millones de euros en caso de que fuera preciso desmantelar la planta, y que Tesla se negó a pagar.
En total, los planes de obra tuvieron que ser presentados un total de tres veces, y Tesla tuvo que pagar multas por instalar determinadas estructuras sin los correspondientes permisos.
Desde los inicios se formó resistencia por parte de organizaciones ecologistas locales, que criticaron el impacto ambiental del proyecto, en particular el consumo de agua y trataron en varias ocasiones, infructuosamente, de detener las obras por vía legal.
Los sindicatos, por su parte, han denunciado que la compañía recurrió a triquiñuelas para controlar el recién creado comité de empresa y que el sueldo ofrecido por Tesla está un 20% por debajo del convenio.
En octubre, la planta celebró por fin, con las obras ya prácticamente finalizadas, un día de puertas abiertas, mientras los responsables del proceso de certificación debían revisar todavía más de 800 objeciones presentadas por diversas entidades.
Ya en la recta final, un juzgado declaró contrario a derecho el acuerdo para suministrar agua a la fábrica por un fallo de forma y el “Land” de Brandeburgo tuvo que intervenir para posibilitar la extracción.
El permiso definitivo llegó el 4 de marzo, comunicado en 600 páginas que resumían la “tarea titánica” de la administración local; varias organizaciones ecologistas han anunciado ya que emprenderán medidas legales contra la decisión.
El problema de la escasez de agua en la región, por otro lado, no está solucionado y los expertos creen que en el futuro podría dificultar el asentamiento en la región de otras empresas vinculadas a la factoría.