El gigante industrial chino Jingye comprará la siderúrgica British Steel, anunció el organismo público encargado de gestionar la quiebra de la acería británica, sin precisar el monto de la operación.
“Se firmó un contrato de venta con Jingye Steel (... para) las actividades y los activos de British Steel Limited (BSL), incluidas las acerías de Scunthorpe, las funciones británicas” y las filiales en Holanda y Francia, informaron los Servicios de Insolvencia en un comunicado.
Una portavoz de la empresa china había dicho previamente que el presidente de Jingye se encontraba en el Reino Unido para mantener conversaciones sobre el futuro del fabricante de acero británico.
Están en juego 5,000 puestos de trabajo, en gran parte en el gigantesco complejo siderúrgico que el grupo tiene en Scunthorpe, en el noreste de Inglaterra.
Según la radiotelevisión pública BBC, el monto de la compra ascendería a 70 millones de libras (US$ 90 millones, 81 millones de euros) y el gobierno británico debería contribuir al rescate otorgando garantías de préstamo y otros apoyos financieros.
Una fuente cercana a la negociación dijo que la cifra no era exacta pero no quiso dar más detalles.
British Steel, número dos del sector en el Reino Unido tras Tata Steel, se vio empujado a la quiebra en mayo por falta de liquidez. El grupo atribuyó sus dificultades financieras al Brexit, afirmando que la incertidumbre hundió la demanda de acero de sus clientes europeos.
El Financial Times afirmó la semana pasada que Jingye preveía aumentar la producción a más de tres millones de toneladas por año, frente a los 2.5 millones anteriores, y mejorar la maquinaria para que gaste menos energía. Según este diario económico británico, el grupo chino dejó claro que para que British Steel vuelva tener beneficios habría que "rebajar los costes".
Hace meses que British Steel buscaba a un salvador: las negociaciones de compra por el fondo de pensiones del ejército turco Oyak no dieron resultados al término de un periodo de exclusividad hace pocos días.
Los aceristas europeos acusaron recientemente de sus malos resultados a la competencia china, además de a la ralentización de la economía mundial y las incertidumbre ligadas a la guerra comercial entre Estados Unidos y China.