Tres gigantes de la industria, General Electric (GE), Johnson & Johnson (J&J) y Toshiba, anunciaron esta semana que se dividirán en varias compañías, un movimiento de fondo reclamado por los mercados, destinado a ofrecer coherencia al tiempo que privilegian los sectores de crecimiento.
Concretamente, GE dará origen a tres grupos que cotizarán por separado, dedicados respectivamente a aviación, salud y energía, al igual que Toshiba que creará dos nuevas empresas además de su estructura existente.
J&J en tanto separará sus productos de gran consumo del resto de la empresa que reunirá principalmente los equipos médicos y medicamentos, entre ellos las vacunas, para hacer una nueva empresa que cotice en bolsa.
“Esto ilustra una tendencia que está en marcha desde hace más de 20 años y que empuja a las empresas a concentrarse en un solo mercado”, analiza Michael Useem, profesor de la universidad Wharton y especialista en reestructuras industriales.
Esta serie de anuncios “destaca el hecho de que el conglomerado diversificado, incluso si ocupó un lugar enorme en la historia económica estadounidense, está en vías de extinción”.
La semana pasada DuPont, que ya era independiente desde la escición, en el 2019, del gigante DowDupont, también anunció un cambio estratégico y la salida del grupo de una cartera de productos industriales.
Para Gregori Volokhine, gestor de cartera de Meeschaert Financial Services, en el caso de GE, como en IBM, que introdujo en bolsa la semana pasada a Kyndryl, la desconstrucción es una ocasión de separar la paja del trigo.
“Desde hace mucho tiempo, General Electric tenía siempre una oveja negra” entre sus actividades, en este caso la energía, luego de haberse visto afectado por los servicios financieros tras la crisis del 2008. Desde entonces, “todas las otras ramas sufrían, en términos de valorización, pero también de obtención” de recursos.
Por extensión, muchos de estos antiguos conglomerados ven sus cotizaciones en bolsa estancadas, argumenta Michael Useem, para quien hay una suerte de penalización a la diversificación.
Los analistas y los inversores tienen a veces dificultades para entender al grupo en su complejidad y “evaluar sus futuros resultados”, sostuvo.
Además, es mejor dividirse por su propia voluntad, con su propia estrategia, “antes que ser empujado por accionistas activistas”, remarca Volokhine.
Conglomerados 2.0
No todos los conglomerados que se dividen tienen problemas. “J&J es una linda empresa”, recuerda Jim Osman, director de la consultora The Edge y especialista de los “spin-off” (separación de una parte de un todo).
“No hay buena y mala actividad” en el seno del grupo, insiste. “Hay dos buenas ramas que (los directivos) consideran que pueden brillar solas”.
Para este especialista, la secuencia está vinculada a la evolución de Wall Street, que va de récord en récord desde el inicio del año.
“Las empresas tratan de crear valor con spin-offs cuando estamos cerca de máximos bursátiles”, explicó. “Es normal. No se puede impulsar más el crecimiento” de la acción sin afectar la estructura misma de la empresa, añadió.
Aunque los ejemplos se multiplicaron recientemente, la división de grandes empresas no es estrictamente necesaria, afirma Howard Yu, profesor de la escuela IMD de Lausana, Suiza. Algunos como el estadounidense Honeywell, están bien posicionados y son bien considerados por los inversores.
Amazon, por ejemplo, está presente en la nube, tiendas de alimentación, comercio en línea y contenidos de video y audio, todos dominios a priori diferentes. La firma ve, y con ella los inversores, “el beneficio de la complementariedad, que refuerza cada elemento del ecosistema”, según Howard Yu.
Pero para Useem, el mercado podría pedir pronto a los gigantes de la tecnología, Amazon o Google (Alphabet) entre otros, escindirse.
“Waymo podría valer US$ 100,000 millones”, lanzó Gregori Volokhine, sobre la filial de vehículos autónomos de Alphabet. “Incluso para Google, es mucho dinero”.