El grupo ítaloestadounidense Fiat Chrysler (FCA) estudia solicitar al Estado italiano un préstamo de hasta 6,300 millones de euros (unos US$ 6,800 millones) por el impacto del coronavirus, que ha obligado a suspender temporalmente la producción en Europa y Estados Unidos, confirmaron a EFE fuentes del sector.
Fuentes de FCA preguntadas por EFE no quisieron hacer ningún comentario sobre esta hipótesis.
FCA está inmersa en la negociación de los planes para una fusión a iguales con el grupo automovilístico francés PSA, fabricante de Peugeot, Citroën u Opel, y recientemente ambas anunciaron que no pagarán el dividendo ordinario en el 2020 correspondiente al año fiscal 2019, como consecuencia de la crisis del coronavirus.
FCA y PSA comunicaron en octubre la voluntad de fusionarse para constituir el cuarto fabricante mundial de automóviles, con sinergias estimadas en 3,700 millones de euros (más de US$ 4,000 millones) anuales, ventas de 8.7 millones de unidades (el 9.5 % del total global) y una capitalización de unos 45,000 millones de euros (US$ 48,800 millones).
El sector automovilístico es uno de los más afectados por los efectos derivados de la pandemia de COVID-19 y FCA se ha visto obligado a cerrar durante semanas la producción en sus fábricas de Europa y Estados Unidos, aunque ya la está reanudando desde hace días de forma progresiva.
El vicepresidente de la Comisión Europea para el Pacto Verde, Frans Timmermans, se muestró este viernes a favor de las ayudas públicas a la industria automovilística en una entrevista que publica el diario italiano “La Stampa”.
“La crisis nos ha enseñado que necesitamos al estado, a nivel nacional y europeo, y ahora tenemos un apoyo financiero que se necesita”, apunta, antes de señalar que la industria automotriz “vive tiempos difíciles y necesita ayuda pública”.
“Se necesita esta ayuda (estatal) para el sector automovilístico, el turismo y las aerolíneas. Necesitamos un plan pensado democráticamente para evitar que estos sectores quiebren en nombre del interés común”, prosigue.
Considera que la industria automovilística “une a todos los países” europeos, porque “un automóvil no se construye en Alemania sin Italia y viceversa”, y subraya que si se rompe este mecanismo se pierden empleos, producción industrial y la capacidad de competir a nivel global.