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Clandestina vs. Zara

Actually I’m in Havana” más que una frase, es un sentimiento que la cubana Idania del Rio estampó en sus primeras camisetas cuando creó Clandestina en el 2015. Recientemente, la gigante española lanzó una colección de prendas con la frase: “Mentally I’m in Havana”. ¿Copia?

La marca de ropa Clandestina tiene su tienda en el corazón de la capital de Cuba, entre edificios carcomidos por el paso del tiempo y autos de los años 50 que transitan a diario por La Habana Vieja. Es visitada diariamente por decenas de turistas.

Se trata de moda a la cubana, que se adapta a las limitaciones de insumos y aprovecha el reciente impulso a los emprendimientos privados: reciclaje y reinvención de prendas, frases ingeniosas, colecciones floridas y con ruptura estética.

Hace unos días sus clientes fuera de la isla les enviaron fotos de algunas prendas de Zara con frases similares a esos diseños cubanos.

“El más evidente es Actually I’m in Havana (La verdad, estoy en La Habana). Zara lanzó Mentally I’m in Havana (Mentalmente, estoy en La Habana)”, dice Idania del Rio.

“No copia la frase literalmente, le cambia una palabra, pero el sentido de la frase es igual. No cambió Habana por Beirut. El sentido de la frase, lo que significa, es demasiado parecido”, agrega a la AFP.

Clandestina tiene camisetas con la frase “Se acabó el drama”. Zara tiene “Delete the Drama”.

Clandestina tiene la colección “País en Construcción”, con los colores amarillo y negro. La española tiene un diseño con los mismos colores y la frase “Under Construction”, denuncia la marca cubana en un video en sus redes sociales.

¿Demanda?

“En realidad es un hecho grave que afecta mucho a los emprendedores, a las marcas pequeñas, a los diseñadores emergentes”, agrega Idania, de 37 años.

Detalla que los abogados les han explicado que demandar es un proceso engorroso. “Zara ha sabido protegerse muy bien de este tipo de procesos. Serían más problemas. Tenemos que protegernos para el futuro y estar atentos. Pero es triste”, considera.

La diseñadora cree que lo mejor que puede pasar es que Zara deje de vender esas prendas en, tal vez, un mes, pero no por el reclamo de Clandestina sino porque su negocio es el “fast fashion” y todo se acaba rápido.

A manera de contraataque, Clandestina lanzó en sus redes sociales un nuevo lema: “Actually, Zarita tienes que parar”, que podría convertirse en camiseta.

La AFP contactó sobre el tema al grupo Inditex en España, propietario de la marca Zara, pero no recibió respuesta.

Zara no tiene tiendas en Cuba. En el 2009 abrió una que no era una franquicia sino un acuerdo de una empresa estatal con intermediarios. Sólo duró unas semanas antes de desaparecer.

Una forma de vida

“Actually I’m in Havana” es una filosofía de vida. Extrañar a la isla y sentir una conexión con ella sin estar físicamente. Así lo sintió Idania.

“Fue uno de los diseños con que lanzamos Clandestina al mundo (...) Es como un estado mental. Para la gente que no está en Cuba, que se fue, que visitó y que siente esa conexión con un lugar que le marcó y que ama”, explica.

Pero también tiene otro significado. “Forma parte de un momento único, cuando Cuba de pronto se abre al mundo y tanta gente viene a Cuba, vino Barack Obama, los Rolling Stones, un desfile Chanel. Significa que en ese momento yo estoy en La Habana”, cuenta.

A pesar del bloqueo que aplica Washington contra Cuba desde 1962, los diseñadores cubanos sí pueden comercializar sus creaciones en Estados Unidos. Allá son estampados en camisetas y vendidos en línea. Así ha salido Clandestina al mundo.

Idania fue una de las emprendedoras que conversó con Obama durante su visita a la isla en el 2016, en pleno apogeo del histórico acercamiento entre Washington y La Habana. El entonces presidente bromeó que compraría camisetas de Clandestina para sus hijas.

Su marca cumplirá 5 años en febrero del 2020. “Siempre intentamos recuperar materiales y productos y eso empapa el alma de Clandestina (...) Es nuestra proyección, ser una marca sustentable. Creo que es el futuro, porque hay muchos problemas con el desperdicio que genera la moda. Una industria que contamina tanto como el petróleo o las papeleras”, sostiene.

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