Competitividad en el Perú 2019
Hace unos días el Foro Económico Mundial (WEF) publicó el Reporte Global de Competitividad 2019, documento anual en el que ordena, en este caso a 141 países, de más a menos competitivos. El hallazgo principal del documento es que en el período post crisis financiera de 2008, la productividad se ha reducido en el mundo todos los años. Y eso es una mala noticia. Sin embargo vayamos a los rankings.
Las diez economías más competitivas del mundo son, Singapur, Estados Unidos, Hong Kong, Países Bajos, Suiza, Japón, Alemania, Suecia, Reino Unido y Dinamarca, es decir, los sospechosos usuales. El primer latinoamericano es Chile en el lugar 33, seguido de México (48), Uruguay (54), Colombia (57), Costa Rica (62) y Perú (65), quien se encuentra a mitad de tabla y cae dos puestos respecto de igual ranking del año anterior.
Lo interesante es que el ordenamiento también se realiza a partir de una serie de variables. Veamos algunas. En el rubro instituciones, Perú ocupa el puesto 93 de 141 y se subdivide en más indicadores de los que tomaremos algunos ejemplos. En delincuencia y crimen organizado nos ubicamos en el puesto 134, a solo siete lugares del último. En confianza en la policía en la ubicación 131, en independencia del poder judicial en el 124, tasa de homicidios por 100,000 habitantes en el 108, en la protección de la propiedad intelectual en el 124 y 118 en la visión de largo plazo del gobierno.
En el pilar infraestructura, estamos en el puesto 88 de 141. Aquí destacan tanto la calidad de las carreteras (108), como la conectividad de los caminos (102). Sin una buena red vial no es posible incorporar a una gran parte del Perú a los beneficios del crecimiento económico.
Ahora bien, note estimado lector la diferencia con el manejo de las grandes variables macroeconómicas. Este rubro incluye dos variables, inflación y dinámica de la deuda. En ambos nos encontramos en el puesto 1 (no ha leído mal), igualados con otras 33 economías. El problema del país no se encuentra en el manejo de los grandes indicadores macroeconómicos, eso hay que mantenerlo, sin ninguna duda.
Las dificultades están en el entorno dentro del cual funciona la economía: instituciones, infraestructura y hay más. En el grado de entrenamiento de los trabajadores nos encontramos en el puesto 129, mientras que el los conocimientos digitales de la población trabajadora, en el 123. Peor aún, en la enseñanza del pensamiento crítico, en el 113. La revolución educativa sigue siendo un sueño. Inclusive en la relación entre el salario y la productividad, nuestro lugar es el 102. Los salarios, a diferencia de lo que señala la teoría, no siguen a la productividad. Podemos seguir. En el número de días para iniciar un negocio (trámites y similares) ocupamos la casilla 111. En una economía en la que la inversión privada es el motor del crecimiento, parece un contrasentido.
Así las cosas, mantener la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente. Hay que implementar reformas para que esas cifras económicas se reflejen en el bienestar de todos los ciudadanos. Aunque sea algunas.