Endeudamiento de los hogares y morosidad
En los últimos días se ha presentado en el congreso un proyecto de ley que busca, entre otras alternativas, eliminar las moras a los deudores que han dejado de pagar. ¿Por qué se ha llegado a esta situación? Algunos datos de diversos estudios recientes son relevantes.
En primer lugar, la deuda por habitante en Lima se multiplicó por cinco entre 2001 y 2017 (diario El Comercio agosto 23). En segundo lugar, el 80% de los peruanos gasta por encima de sus ingresos. En tercer lugar, el 29% de las familias se encuentra sobreendeudada, es decir, paga mensualmente cuotas mayores que el 30% del ingreso que reciben. En cuarto lugar, el 12% de los préstamos de consumo se encuentran en morosidad, lo que significa, alrededor de 590,000 préstamos (BCRP). Como puede notar el lector, el problema es el crecimiento de la deuda privada, que anualmente aumenta a un ritmo de 5%.
Desde luego que en cualquier operación de deuda existen dos responsables: quienes prestan y quienes reciben el préstamo y asumen la deuda. Por lo tanto, si la responsabilidad es compartida, entonces la solución también. Esto significa que está en el interés tanto de la entidad financiera como de quien recibe el préstamo solucionar el problema. La morosidad no solo daña a los deudores, sino también al banco.
El primer paso puede darlo el deudor acercándose al banco a manifestar su voluntad de pago, pero su imposibilidad de hacerlo en las condiciones pactadas. La institución financiera ofrecerá diversas alternativas, como reestructurar el pago, alargar los plazos e inclusive eliminar parte de las moras e intereses. Finalmente lo que el banco busca es que le paguen y es mejor que le paguen algo a que no le paguen nada, por eso puede eliminar las moras. Otra opción que tiene el deudor es ir a otro banco para que le compre la deuda. En este caso, la persona se convierte en deudor del segundo banco, bajo otras condiciones.
El proyecto de ley establece la eliminación de las moras. Me parece que ello debe ser resultado del proceso natural de negociación de ambas partes y no consecuencia de una ley, pues pensemos así: ¿qué beneficio recibe quien se esforzó por cumplir con sus pagos a tiempo? ¿No se genera acaso un precedente? La siguiente vez las personas sabrán que pueden incumplir pues a la larga le perdonarán las moras por un tema legal. De ahí que no esté de acuerdo con el proyecto de ley. Está claro que todos queremos pagar menos y si es posible no pagar; pero las cosas no funcionan así. Recibir un préstamo supone comprometerse a un pago futuro. El dinero no es gratis.
La economía nos enseña que los ciudadanos respondemos a incentivos. Si mediante una ley se eliminan las moras, no tendremos el incentivo para pagar a tiempo ni siquiera para hacer el esfuerzo de hacerlo. El banco tampoco tendrá el incentivo a prestar a clientes que potencialmente podrían experimentar problemas de pago. Sin embargo, lo que sí está en ambos, es el incentivo del deudor de pagar y del banco de cobrar. Ahí se abre una ventana para la negociación. Y por esa vía, la solución al problema.