¿Cómo está la economía mundial?
Mientras el ruido político aumenta en el país, resulta importante notar que los resultados económicos del Perú no dependen solo del mismo, sino también de la evolución de la economía mundial. Recordemos que en 2017 el empleo formal disminuyó en 2.8%, mientras que en el primer semestre de 2018 lo hizo en 1.8%; es decir, sigue disminuyendo y con ello aumenta la informalidad, pues el menos empleo formal se traslada al informal.
¿Y cómo va la economía mundial? Me parece que se encuentra frente a una serie de riesgos que debemos tener en cuenta por los impactos sobre el Perú en los siguientes meses. En primer lugar, China, muestra un nivel de deuda casi insostenible cuya manifestación han sido una serie de burbujas, en especial, en el campo inmobiliario. La burbuja todavía no ha estallado. El problema es que China recibe más del 25% de nuestras exportaciones y tiene que ajustarse, pues está viviendo más allá de sus medios. En términos simples ello significa una reducción en el crecimiento de la producción y por ende de la demanda mundial por metales, que son insumos para la producción china. El resultado será una reducción en el precio de estos últimos. Ello afecta directamente al Perú. Lo que nos falta saber es si China optará por un aterrizaje brusco o suave. El gigante asiático viene postergando el ajuste hace varios años.
En segundo lugar, la guerra comercial entre China y Estados Unidos. El mayor proteccionismo genera una retracción del crecimiento económico mundial y con ello de la demanda externa. Además no es un hecho terminado, pues la incertidumbre generada por Trump, daña las decisiones de inversión y nadie sabe quién será la próxima víctima.
En tercer lugar, el aumento de las tasas de interés de la reserva federal (FED) y sus conocidos impactos sobre la subida del tipo de cambio en el Perú. La economía estadounidense se encuentra creciendo, con una tasa de desempleo de 5% y una inflación cercana a 2%. Todo parece bien; sin embargo, el exceso de deuda, mayor que 100% del PIB puede desencadenar un frenazo brusco. Un gran número de analistas esperan una fuerte desaceleración en 2019.
En cuarto lugar, las crisis argentina y turca. Ambos eventos no fueron sorpresivos; después de todo, las crisis por exceso de deuda son comunes en la historia de la humanidad. En ambos casos los errores en el manejo económico y el hecho de no aceptar que en ciertas condiciones los ajustes bruscos son más efectivos que los graduales debieron obligar a medidas drásticas. En el caso de Argentina, cerca de terminar el mandato de Macri, el tema es más complicado, debido a la pérdida de credibilidad.
Los cuatro factores resultan en un aumento de la aversión al riesgo de los inversionistas y por ende una corrida hacia el dólar. La probabilidad de una desaceleración económica mundial es cada vez más alta, debido a la necesidad de reparar los desequilibrios comentados.
La situación descrita no apunta a una visión apocalíptica de 2019 pero sí a una en la que habría que moderar las proyecciones. La razón básica es la disminución del apetito por el riesgo de los inversionistas, consecuencia de los desequilibrios de la economía mundial.