¿Qué explica la caída de Wall Street?
El lunes 5 de febrero el Dow Jones, principal indicador de la bolsa de valores de Nueva York perdió 4.6% de su valor, la peor caída desde 2011; ocurrió el mismo día que Jerome Powell asumió la presidencia de la reserva federal o FED (banco central de los Estados Unidos) en reemplazo de Jannet Yellen. A lo largo de la misma semana perdió 5.2% acumulado, resultado que rebotó en el resto de las grandes bolsas del mundo y que como consecuencia, experimentaron un comportamiento similar. Fue una semana de pánico bursátil.
¿Qué fue lo que ocurrió? Existen algunos factores que lo explican. Para comprenderlo, debemos remontarnos a las herramientas con las que la FED enfrentó la crisis financiera de 2008, hace diez años. Sin entrar en mayores detalles, la FED imprimió dinero electrónico con los que compró activos financieros a los bancos comerciales. Sin embargo, dado que la mayoría de personas se encontraban sobreendeudadas, no estaban dispuestas a solicitar nuevos préstamos, por lo que la banca comenzó a especular con el dinero que tenía y compró acciones y posiblemente metales. Eso explica por qué desde 2009, los índices de la bolsa de valores de Nueva York crecieron, con pequeñas interrupciones. Podemos concluir que la política monetaria expansiva sustentó el aumento de los indicadores bursátiles de Wall Street.
Sin embargo, faltaban algunos detonantes para que el incremento especulativo se derrumbara. En primer lugar, en los días previos se conocieron cifras de empleo e inflación, que mostraron que el crecimiento económico era sólido y que los salarios estaban subiendo. Los participantes del mercado lo interpretaron del siguiente modo: si los salarios están subiendo y con ellos la inflación, más temprano que tarde la FED subirá sus tasas de interés, con el objetivo de neutralizar el aumento de la inflación. Además, ¿comenzará el anunciado proceso de normalización monetaria, es decir, el retiro del dinero inyectado por la FED durante los últimos diez años? Si la respuesta es afirmativa, se reducirá el dinero para especular; ante ello, hay que vender en la bolsa, pues esta ya no seguirá subiendo.
En segundo lugar, coincide con el anuncio de Trump de una política fiscal expansiva, reflejada en las menores tasas impositivas a las empresas, algo que obligará al gobierno a endeudarse más para cubrir el exceso de gastos sobre ingresos.
En tercer lugar, para que los inversionistas opten por comprar acciones, el resultado esperado debe ser superior a las alternativas; sin embargo, los bonos están pagando un interés de 2.8% anual, el mayor en cuatro años.
Si juntamos los tres factores y los unimos al fuerte crecimiento de la bolsa en los últimos diez años, es claro que se requería de una corrección, entendida como una bajada de la bolsa; y la historia muestra que las correcciones suelen ser bruscas.
¿Qué podemos esperar? En lo que sigue, la volatilidad será el nombre del juego. El nerviosismo ante la posibilidad de mayores correcciones puede tener resultados inesperados.