¿Por qué no se reactiva la economía peruana?
Hace más de ocho meses que se inauguró el gobierno con expectativas muy altas. Se esperaba, entre otros aspectos, la reactivación de la economía, luego de un proceso de varios años de desaceleración. No ha ocurrido. Es cierto que hemos enfrentado dos hechos no previstos: por un lado, el niño costero y por otro, el escándalo de corrupción de Odebrecht, que parece no terminar nunca.
Los datos del primer trimestre son elocuentes. La inversión privada cayó 5.6%, mientras que la pública lo hizo en 16%. Sin inversión no hay crecimiento. Entonces, ¿qué explica el crecimiento de 2.2% en primer trimestre? Pues el aumento en exportaciones (12.2%), impulsado por minería (17%), debido a una ligera mejoría en la economía mundial que más parece un “hipo”.
Pensemos por un momento en la inversión privada que se encuentra en caída libre desde 2014. Imagine usted, estimado lector, a un pequeño o mediano empresario que está pensando poner un nuevo negocio o ampliar el existente. Lo primero que piensa es si existe o no compradores potenciales para lo que va a vender. Luego dice, ¿cómo consigo el dinero? Pues el banco me puede prestar. Supongamos que lo haga. Entonces comienza un tortuoso camino de trámites y permisos, sin contar que la SUNAT llegará al negocio, inclusive antes que comience a funcionar. Nótese que implica asumir riesgos en condiciones difíciles. Simplificar para destrabar puede resumir el objetivo.
Ahora pasemos a la inversión pública. Imaginemos a un alcalde o presidente regional que desea invertir. En el contexto actual, parece natural creer que necesariamente estará involucrado en temas de corrupción. Y no tiene por qué ser así. Lo que pasa es que ahora “nadie cree en nadie” y eso imposibilita la más elemental toma de decisiones, en especial en el sector público. Esto está más allá de las medidas puntuales de estímulo que el gobierno pueda tomar.
¿Qué es lo que está pasando? Desde mi punto de vista, el problema pasa por “volver a creer” en que el gobierno encauzará al país por el crecimiento, pero por encima de ello, logrará mejoras en nuestra vida diaria. Mejoras en la seguridad ciudadana, mayor eficiencia y eficacia en el poder judicial, etc. El punto es que ese tipo de cosas gatilla mejores expectativas y con ellas se asocia la recuperación de la inversión. Un shock de expectativas es crucial.
Ahora bien, las espectaculares tasas de crecimiento del período 2003-2011 no se repetirán pues en esos años hubo un “superciclo” de precios de las materias primas, algo que no volverá a ocurrir durante muchas décadas; pero eso no significa una condena a crecer 2% cada año. Necesitamos crecer mucho más y ello es posible si las llaves (las inversiones públicas y privadas) comienzan a moverse.
En síntesis, la economía no se reactiva porque las inversiones siguen cayendo y como consecuencia el consumo. Y resulta imposible sostener el crecimiento sobre la base de las exportaciones, pues ello depende en gran parte del entorno externo, que es una variable que no controlamos.