Crecimiento económico: ¿a cualquier costo?
Existe una obsesión con el crecimiento económico y se busca “aumentar el PBI todo lo que se pueda”; pero ¿es así? El objetivo de esta entrega es mostrar que existen límites al crecimiento, pues cualquier economía enfrenta restricciones. La historia de la economía está repleta de ejemplos de países que intentaron crecer todo lo posible a cualquier costo, para luego sufrir una desaceleración e inclusive recesión. ¿Por qué ocurre esto?
Comencemos por una definición. “Crecer” significa “producir más” y se mide por las variaciones en el Producto Bruto Interno (PBI). Aunque existen diferentes teorías sobre las razones que explican el crecimiento, es posible plantear las siguientes ideas: en primer lugar, quienes toman las decisiones de producción son las empresas de bienes y servicios, públicas y privadas, nacionales y extranjeras, etc. Si usted tuviera que tomar la decisión de producir más, ¿de qué dependería su respuesta? De la existencia de una demanda insatisfecha. Produce para vender más, lo que implica que hay compradores que quieren y pueden comprar lo producido.
Y si hay más compradores lo que ha pasado es que está aumentando el gasto de la economía; lo mismo es válido si la mayor demanda proviene del gobierno o del exterior. Sin embargo, ¿qué puede pasar si se eleva el gasto, tanto del sector privado como del público?
La primera posibilidad es que efectivamente se eleve el PBI. Para producir más, las empresas necesitan mayores insumos y tecnología y al menos una parte de los mismos, son importados; de ahí que producir más, implique importar más. Si las exportaciones no crecen al mismo ritmo se genera un déficit en la denominada balanza comercial, lo que a la larga puede traer problemas, pues ninguna economía puede sostenerse en el tiempo, con un déficit comercial “para siempre”; en algún momento tiene que tomar otras medidas, como por ejemplo, una elevación del tipo de cambio para frenar el exceso de importaciones. Ahí, la economía habrá llegado a un límite en el crecimiento, que estaría dado por el déficit en balanza comercial que puede soportar.
La segunda opción es que el mayor gasto se traduzca en mayores precios, fenómeno que se denomina inflación. En Perú, conocemos los efectos negativos que genera la inflación porque los hemos vivido. Y nadie quiere volver a esa situación. Por lo tanto, el segundo límite al crecimiento estimulado por una mayor demanda es la inflación generada.
Una tercera opción es que el mayor gasto provenga del gobierno. En este caso el límite está dado por el déficit fiscal generado, pues si el gobierno gasta por encima de los ingresos, la diferencia la cubre con deuda, la que a su vez tiene límites.
¿Y qué pasaría si el mayor gasto proviene del exterior? El país tendría que aumentar las exportaciones, pero, dependiendo de la estructura productiva y en la medida que exportar más significa producir más, podemos estar nuevamente en alguno de los casos anteriores; no obstante, es cierto que una estrategia basada en exportaciones brinda mejores resultados que aquella centrada en el gasto interno. Un ejemplo del primer caso son los países asiáticos, mientras que del segundo es Venezuela, economía que más allá de los discursos no puede sostener el crecimiento.
En síntesis, crecer más implica elevar importaciones y por ende aumentar la brecha comercial a menos que las exportaciones también aumenten. También puede generar inflación, cuando la economía se “sobrecalienta” por el exceso de gasto interno. La forma más saludable de crecer es vía mayores exportaciones e inversión privada.
De lo anterior se sigue que los límites al crecimiento de cada país son distintos. En el caso del Perú y de acuerdo con la mayoría de estudios, un crecimiento sano, sin mayores presiones sobre la balanza comercial ni sobre la inflación, debería girar en torno de 5% al año. Si se crece menos de 5% es porque hay problemas institucionales, políticos u otra índole que no permiten a la economía a acercarse a su potencial. Para crecer más de 5%, es necesario un entorno externo excepcionalmente favorable, como el ocurrido entre 2003 y 2011. Por lo tanto, creo que deberíamos, dadas las condiciones actuales de la economía peruana, tener la meta de 5% anual, cifra sostenible en el mediano plazo, mientras se mejora la estructura productiva del país. Además, no olvidemos que, como se ha mencionado repetidas veces, crecimiento no es igual a desarrollo ni implica de manera automática una mejora en la calidad de vida.