Ranking Mundial de la Felicidad 2016
Tenemos claro que el PBI no indica calidad de vida; por eso es posible que el PBI aumente (como ha ocurrido en diciembre de 2015 y enero de 2016 por encima de 3%) y los ciudadanos “no se sientan bien” o “les dé lo mismo”. Hay que buscar alternativas.
En esa línea de investigación y desde hace cuatro años, las Naciones Unidas vienen publicando el “Ranking Mundial de la Felicidad”, cuyo objetivo es ordenar a los países a partir de una autoevaluación de las mismas personas sobre su calidad de vida. Implica ir más allá de los números que obsesionan a muchos y tratar de averiguar realmente como se siente cada uno.
Pues bien, en el ranking de 2016, presentado hace unos días, Perú se ubica en el puesto 64 de 156 países. El informe presenta varios aspectos interesantes. En primer lugar, de los primeros cinco países del mundo, cuatro de ellos son nórdicos. Dinamarca, Suiza, Islandia, Noruega y Finlandia son los mejor ubicados. En segundo lugar, los países de Europa Occidental aparecen en un segundo bloque; por ejemplo, Costa Rica, el país mejor ubicado de América Latina (puesto 14) está mejor ubicado que Alemania; México está en mejor posición que Reino Unido.
En tercer lugar, entre los países de la región, luego de Costa Rica, aparecen México (21), Chile (24), Panamá (25), Argentina (26), Uruguay (29), Colombia (31), Guatemala (39), El Salvador (46), Nicaragua (48) y Ecuador (51); Perú recién aparece en el lugar 64. Note, estimado lector, que existen diversos países que usando las “medidas convencionales”, como la evolución del PBI y la pobreza monetaria, aparecen muy por debajo del Perú; sin embargo, cuando se les pregunta por lo que realmente importa, que es la calidad de vida de las personas, están por delante del Perú.
Entiendo que cualquier ordenamiento está sujeto a críticas. Lo importante, más allá de los detalles, es que debemos por lo menos complementar las medidas usuales con otras que estén directamente relacionadas con el sentir de los ciudadanos. El informe abunda en razones como el nivel de confianza interpersonal, la calidad institucional, la credibilidad, la calidad de la educación y salud pública, así como el nivel de corrupción, como los factores claves que hacen que en una sociedad la calidad de vida sea mejor o peor. Los determinantes de la calidad de vida están más allá del ingreso y de las condiciones materiales.
¿Qué se necesita para vivir mejor? ¿No sería posible que nuestras autoridades incorporen este tipo de preguntas en las encuestas que realizan? ¿O nos vamos a pasar la vida evaluando a nuestra economía desde las medidas convencionales? Las estrategias económicas existen para que “los ciudadanos se sientan mejor” y ello pasa por ensanchar nuestro concepto de economía. A lo mejor estas debilidades están en el corazón de nuestra sociedad y explican más de lo que creemos.