Después de un intento de suicidio, la mexicana Lizbeth Flores estuvo internada por varios días en terapia intensiva. Los médicos le advirtieron a su mamá que tal vez no se salvaría, pues el raticida que había consumido había afectado gran parte de sus órganos.
Le dijeron que, de salvar la vida, quedaría con secuelas. Cuando Liz, quien prefirió no proporcionar su nombre verdadero, aún estaba en terapia intensiva, recibió la visita del psiquiatra quien la entrevistó.
Ahí recibió el diagnóstico: trastorno bipolar afectivo. Liz relata que antes de su intento de suicidio pasaba por etapas prolongadas de tristeza.
"Tenía cambios drásticos de humor pero pensé que eran normales, hasta que llegué al hospital, a partir de eso he leído mucho, esta es una enfermedad muy compleja, las emociones son extremas y en mi caso era más depresiva y permisiva", dice.
Recuerda que tenía días en los que le subía el ánimo; sin embargo, la mayor parte del tiempo estaba triste.
"Hasta que un día varios problemas me hicieron pensar que ya no tenía sentido la vida, pensé 'voy a despertar mañana, ¿y qué más?".
Salió del hospital medicada y admite que tomó la mala decisión de casarse porque quería ser madre, "sentía que debía pasar ya porque no sabía cuándo iba a acabar mi vida".
Pero al casarse se agudizó su trastorno, su hoy exesposo la acompañaba al psiquiatra y mentía sobre los cambios de humor de Liz, así que el especialista la medicó con dosis más altas, que la hacían sentir drogada todo el tiempo y con reacciones lentas.
Debido al medicamento tuvo un aborto espontáneo y entonces dejó de tomarlos. Después de un tiempo se embarazó y suspendió por completo su tratamiento.
Cuando su hijo nació regresó a terapia psicológica y todo el tiempo tenía que estar vigilada para cuidar que no se dañara ella misma o a su bebé debido a la depresión.
"A partir de que nació mi hijo ya no consumo medicamentos. Sí hay veces que me siento triste, pero no como antes. He tenido tantos problemas que ni tiempo de deprimirme me ha dado, además me ha funcionado aprender nuevas cosas para ocupar mi mente", detalla.
Liz señala que ahora que vive de nueva cuenta con sus papás, ha hablado con ellos para que la apoyen al menor de los síntomas que detecten.
Y enfatiza que ahora su hijo es su sentido de vida. "No puedo estar mal y menos dejar de luchar", concluye.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen cerca de 60 millones de personas con trastorno bipolar.
El trastorno bipolar es "una alteración en el estado de ánimo, hay una oscilación en las emociones que puede ir de la manía a la depresión.
Los pacientes está profundamente deprimidos o muy eufóricos", explica la doctora Martha Patricia Ontiveros Uribe.
La profesora, titular del curso de especialización en psiquiatría del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, añade que es más recurrente que se desarrolle en personas con antecedentes familiares de trastorno bipolar.
La mayoría de los pacientes presentan el trastorno entre los 20 y 25 años y no hay ningún estudio que anticipe que la persona va a desarrollar el trastorno, explica la especialista.
Este padecimiento puede aparecer cuando hay algún cambio importante, una situación de mucha presión desfavorable pero también a veces hechos positivos como ir de vacaciones o preparar una boda.
Otro detonante es la falta de sueño, añade la especialista.
La doctora Ontiveros señala que este trastorno se debe a cambios en la química cerebral en ciertos neurotransmisores y al ser algo crónico, sólo puede controlarse con medicamentos, pero hasta el momento no existe una cura.