La fibrosis renal es una enfermedad asociada al envejecimiento que daña al riñón y que solo se puede tratar con diálisis o trasplantes. Pero esto podría cambiar porque un equipo de investigadores ha descubierto que su origen está en el acortamiento de los telómeros, un hallazgo que abre la puerta a nuevos tratamientos como la terapia génica.
El estudio, publicado en Nature Aging y liderado por María Blasco, jefa del Grupo de Telómeros y Telomeradas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas español (CNIO), confirma que la fibrosis renal está provocada por una degeneración celular vinculada al envejecimiento: el acortamiento de los telómeros, las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas.
De hecho, este grupo del CNIO que investiga las enfermedades asociadas a la edad que pueden tratarse atacando el acortamiento de los telómeros ya ha logrado curar o frenar la progresión de la fibrosis pulmonar, el infarto de miocardio y la anemia aplásica en ratones con una terapia génica que activa la enzima que repara los telómeros, la telomerasa.
“Estos resultados muestran el importante papel de los telómeros cortos en su desarrollo y, al hacerlo, sin duda abren nuevas vías para el tratamiento de la fibrosis renal”, explica la primera firmante del trabajo e investigadora del CNIO, Sarita Saraswati.
Durante el trabajo, los investigadores vieron que el acortamiento de los telómeros no era la única causa; si lo fuera, esta enfermedad afectaría a todas las personas mayores, y no lo hace.
“Vimos que los telómeros cortos hacen que el riñón sea más sensible a sustancias tóxicas”, lo que explicaría por qué las personas mayores tienen más riesgo de desarrollar fibrosis renal”, explica María Blasco.
De hecho, “recientemente se ha visto que pacientes de COVID-19 desarrollan fallo renal severo y nuestro estudio sugiere que eso podría ser debido a la presencia de telómeros cortos en los pacientes de edad más avanzada”, añade Blasco.
Las investigadoras utilizaron modelos de animal que reproducían los síntomas de la enfermedad humana. Para ello, emplearon ratones a los que expusieron a dosis bajas de un tóxico para los riñones, imitando la exposición de las personas a daños ambientales a lo largo de su vida.
Así vieron que el tóxico administrado, ácido fólico, no era suficiente para inducir la fibrosis en ratones sanos pero sí en los que tenían telómeros cortos.
El trabajo explica además la vía que conecta los telómeros cortos con la fibrosis renal: la transición epitelio mesénquima (EMT por sus siglas en inglés), un proceso básico clave en el funcionamiento del organismo que interviene en la regeneración y la cicatrización.
La investigación ha descubierto que los telómeros cortos provocan cambios en la expresión de genes en la EMT que acentúan el proceso en los riñones y promueven la cicatrización patológica del tejido renal, lo que provoca la fibrosis.
“Es algo novedoso, es la primera vez que se vinculan los telómeros cortos con la transición epitelio mesénquima”, una conexión “importante porque este proceso, y los genes que lo regulan también están implicados en el cáncer”, destaca Blasco.
Finalmente, para demostrar la importancia de los telómeros en la fibrosis renal, las investigadoras cultivaron células de riñón en las que expresaron el gen de la enzima telomerasa, que alarga los telómeros. Al restaurar los telómeros de las células epiteliales del riñón, la transición epitelio mesénquima volvió a la normalidad, y las células recuperaron su aspecto sano, previo a la fibrosis.
Con esta terapia génica, que aún está en fase de desarrollo, el CNIO ya ha frenado o curado otras enfermedades por lo que cree que también será posible utilizarla para la fibrosis renal, tal y ha demostrado este trabajo, concluye Blasco.