Desde aplicaciones de salud mental a cascos que realizan en remoto descargas eléctricas en el cerebro de un paciente, las empresas emergentes en la Web Summit de Lisboa apuestan por una revolución en la telemedicina una vez el mundo deje atrás la pandemia.
Usar la tecnología para tratar pacientes virtualmente ha sido una de las cuestiones destacadas en una de las mayores conferencias de tecnología, que volvió a Lisboa esta semana tras la edición en línea del 2020 a causa del COVID-19.
“Actualmente, la mayoría de gente usa sus teléfonos para muchas necesidades cotidianas. ¿Por qué la salud no debería ser parte de esto?”, indicó Johannes Schildt, cuya compañía Kry permite a sus usuarios reservar citas médicas a distancia.
“La pandemia ha acelerado la adopción de estas nuevas tecnologías”, manifestó Schildt.
Su firma sueca, que opera en cinco países europeos, no es ni por asomo la única aplicación que ahorra a los usuarios visitar en persona al médico.
Y no todas estas empresas se centran en la salud física. La estadounidense Calmerry es una de las muchas que ofrecen sesiones en videoconferencia con psicólogos.
En la mayoría de sistemas de salud públicos, la oferta es limitada o inexistente. Con suscripciones desde US$ 42 a la semana, la cofundadora de Calmerry Oksana Tolmachova asegura que un objetivo es ofrecer una terapia más asequible.
Sincerarse con un robot
Otras aplicaciones emplean diferentes estrategias para combatir la explosión de casos de depresión y ansiedad provocada por la pandemia en todo el mundo.
El chatbot de salud mental Woebot invita a sus usuarios a hablar de sus problemas, pero las respuestas proceden de un robot de inteligencia artificial y no de un terapeuta.
Aunque algunos puedan sorprenderse ante la idea de dejar aflorar los sentimientos ante un programa informático, los estudios indican que confiar en un humano virtual puede alentar a la gente a abrirse más.
Su fundadora Alison Darcy, psiquiatra e investigadora médica, aseguró que este chat evita los temores a que la otra persona te juzgue, habituales en las interacciones humanas.
Además, ante la escasez de psicólogos actual y la alta demanda de los pacientes, la inteligencia artificial puede resolver el problema, señaló Darcy.
“Necesitamos darlo todo para ayudar a la gente a estar bien”, afirmó la fundadora, aunque reconoció que la inteligencia artificial no reemplaza completamente la atención de un profesional y tiene limitaciones.
Dudas de fiabilidad
El regulador sanitario británico expresó preocupación en marzo por un programa de control de síntomas usado por la empresa de telemedicina Babylon después de informaciones de supuestos fallos al reconocer algunas enfermedades graves.
Los críticos de la medicina a distancia también se inquietan de que los proveedores de atención sanitaria prefieran ofrecer visitas virtuales más baratas, en vez de encuentros en persona.
Varias empresas emergentes de salud defienden que el futuro es una mezcla de ambas.
“Lo digital tiene un rol importante que asumir, pero la experiencia física es también vital. Nosotros tenemos clínicas físicas en Suecia, Noruega y Francia”, explicó Schildt.
También rechazó las críticas de que no todo el espectro de pacientes puede acceder a los servicios de su compañía, que requiere un teléfono inteligente o un ordenador y una buena conexión a internet.
Kry tiene pacientes de noventa años que pueden usar esta tecnología, defendió, insistiendo que “lo digital amplía el acceso” a la atención sanitaria.
Monitorización a distancia
Un desafío pendiente es que la legislación de varios países todavía debe ponerse al día con la revolución de la telemedicina, aunque ya ha empezado a adaptarse en años recientes.
Las citas virtuales están disponibles en la sanidad pública francesa desde el 2018 y Alemania empezó a permitir a los profesionales prescribir el uso de aplicaciones, como controladores de peso.
Entre visita y visita, los pacientes pueden continuar controlando su salud remotamente gracias a empresas emergentes.
Ana Maiques, cofundador de la empresa de Barcelona Neuroelectrics, mostró al público del Web Summit cómo un casco desarrollado por su firma podía controlar al paciente de los pacientes en sus casas.
El dispositivo usa sensores que muestran la actividad en diferentes partes del cerebro y pueden impulsar descargas eléctricas en zonas específicas, ayudando a tratar a distancia enfermedades como la epilepsia.
La empresa Idoven usa inteligencia artificial para analizar los datos de un equipo doméstico de monitorización cardíaca para detectar ritmos de frecuencia irregulares que puedan ser peligrosos para los pacientes.
Entre sus inversores se encuentra la leyenda del fútbol español Iker Casillas, que sufrió en su propia carne un ataque cardíaco en el 2019.
“Somos la primera compañía del mundo capaz de hacer esto”, señaló su consejero delegado Manuel Marina Breysse.