Cero emisiones y, dentro de poco, cero tripulación. Noruega ha botado el primer carguero 100% eléctrico y autónomo del mundo, un importante progreso tecnológico y una pequeña contribución ecológica a un sector que busca reducir su impacto ambiental.
El “Yara Birkeland”, presentado este viernes, se encargará del transporte marítimo de hasta 120 contenedores de fertilizante desde una fábrica de Porsgrunn (sureste) hasta el puerto de Brevik, a una decena de kilómetros de allí, con lo cual se evitarán anualmente cerca de 40,000 contaminantes recorridos en camión.
“Por supuesto, hubo dificultades, contratiempos, por lo que es más gratificante, si cabe, poder estar hoy aquí y ver que lo hemos conseguido”, declaró el director general de Yara, Sveint Tore Holsether, frente al alargado barco blanco y azul, amarrado a un muelle de Oslo.
Con muchos meses de retraso, el “Yara Birkeland”, de 80 metros de eslora y 3,200 toneladas en peso muerto, empezará una campaña de prueba de dos años que le ayudará a ir funcionando cada vez con menos tripulantes.
El puente de mando debería desaparecer dentro de “tres, cuatro o cinco años”, según Holsether, con lo que se espera que el navío pueda recorrer su trayecto diario de 7.5 millas náuticas por sus propios medios gracias a unos sensores.
“Muchos de los incidentes que ocurren en los navíos se deben a errores humanos, por el cansancio, por ejemplo”, explicó el jefe de proyectos, Jostein Braaten, desde el efímero puesto de mando.
“Las operaciones autónomas pueden garantizar viajar de forma segura”, señaló.
Pese a que la distancia recorrida sea corta, los obstáculos no son pocos: el “Yara Birkeland” tendrá que navegar por un fiordo estrecho, pasar bajo dos puentes lidiando con la corriente y compartir recorrido con barcos comerciales, de placer y kayaks antes de atracar en uno de los puertos más saturados de Noruega.
Los próximos meses se dedicarán al aprendizaje.
“En primer lugar, tenemos que detectar que hay algo, entender que es un kayak y, luego, determinar lo que hay que hacer”, comentó Jostein Braaten.
“Hoy, los grandes barcos apenas se preocupan por los kayaks, no pueden. Pueden emitir señales, pero no pueden maniobrar o dar marcha atrás para evitar un incidente”, explicó.
Además, la autonomía también requiere la puesta en marcha de una reglamentación que ni siquiera existe.
“Cien Tesla”
A bordo del “Yara Birkeland”, la tradicional sala de máquinas ha sido sustituida por ocho compartimentos llenos de baterías que le dan al buque una capacidad de 6.8 MWh. “El equivalente a cien Tesla”, según Jostein Braaten.
El sector marítimo, responsable de casi el 3% del total de las emisiones de gases con efecto invernadero de origen humano, aspira a reducir las suyas en un 40% para el 2030 y en un 50% para el 2050.
Entre todas las actividades (internacionales, domésticas, pesca), sus emisiones han aumentado, según las últimas cifras disponibles de la Organización Marítima Internacional (OMI), pasando de 962 millones de toneladas de gases con efecto invernadero en el 2012 a más de 1,000 millones de toneladas en el 2018.
El “Yara Birkeland” le ahorrará a la atmósfera 678 toneladas de CO2 al año, pero esa contribución no deja de ser ínfima para combatir el cambio climático. Además, según los expertos ese tipo de transporte no podrá generalizarse.
Así las cosas, la electricidad como fuente de energía solo podrá aplicarse a algunos tipos de embarcación, como los “ferris, pues se trata de rutas bastante cortas y estables” o “eventualmente, para el cabotaje y el transporte fluvial, pero está poco adaptado a las largas travesías oceánicas”, apuntó Camille Egloff, especialista en transporte marítimo del Boston Consulting Group.
“No solo se necesita autonomía para cubrir una distancia importante, sino que también hay que equipar los terminales portuarios con estaciones de recarga adaptadas. Por ello, existe un desafío no solo tecnológico, sino también de infraestructuras de recarga que requieren una coordinación de muchas partes”, recalcó.
Actualmente, decenas de ferris eléctricos recorren los fiordos de Noruega, un país que, pese a ser un gran productor de hidrocarburos, es puntero en el sector del transporte eléctricos.
En cambio, los buques transoceánicos deberán apostar por otras soluciones tecnológicas (LNG, e-metanol, hidrógeno, amoniaco...) para ser “más verdes”.