¿Está Joe Biden demasiado viejo para ser presidente? Es una pregunta que ha dado de qué hablar a los republicanos y a la prensa derechista, mientras que demócratas y la mayoría de los medios estadounidenses se han mostrado reacios a abordarla.
Pero mientras la persona más vieja jamás elegida para el cargo más importante de Estados Unidos realizó una agotadora gira por el Medio Oriente, crece el debate sobre su aparente deseo de buscar la reelección en 2024.
El asunto pone a los demócratas en una posición difícil, pues no hay una alternativa clara a Biden, que cumple 80 años el 20 de noviembre.
“Es apto para ser presidente ahora mismo. Pero es muy viejo para las próximas elecciones”, concluye la revista The Atlantic en un reciente artículo, mientras critica duramente las alegaciones de la derecha de que Biden sufre demencia.
En sus propias filas, el desencanto con Biden es profundo: una encuesta del diario New York Times publicada el lunes muestra que el 64% de los votantes demócratas preferiría otro candidato en 2024.
Su edad fue citada como la principal razón para quienes quieren un cambio.
El presidente tendría 82 años al inicio de un segundo mandato y 86 a su término. Su “edad se ha convertido en un tema incómodo para él y su partido”, escribió el sábado el diario The New York Times, describiendo una Casa Blanca que se ha vuelto protectora, incluso ansiosa.
Como sus antecesores carga agotadoras responsabilidades como la guerra en Ucrania y asuntos internos como la galopante inflación y la desbordada violencia armada.
Desgate
Muchos estadounidenses envidian su salud y lo consideran un hombre “vigoroso”, que padece problemas leves de reflujo ácido y artritis, según un chequeo realizado en noviembre pasado.
Pero su apariencia delata el fuerte desgaste que implica el cargo: su cabellera blanca es cada vez más fina y su forma de andar más precavida.
A veces pierde el hilo al hablar o se equivoca al leer un discurso. El tartamudeo que superó de pequeño resurge periódicamente.
La Casa Blanca ha tenido que retractarse en varias ocasiones de comentarios inoportunos del presidente sobre asuntos diplomáticos delicados.
Ofrece menos conferencias de prensa y entrevistas que sus predecesores, prefiriendo los artículos de opinión en periódicos, un contenido que puede ser cuidadosamente controlado.
Los fines de semana suele desaparecer en una de sus dos casas de Delaware durante dos o tres días. Los corresponsales de la Casa Blanca sólo lo ven una vez, a distancia, cuando va a misa.
Y cuando los líderes del G7 posaron para las cámaras en una cumbre en junio, fue imposible ignorar la diferencia de edad entre Biden y el primer ministro canadiense de 50 años, Justin Trudeau, o el presidente francés de 44, Emmanuel Macron.
Conectar con los jóvenes
El presidente está lejos de ser la excepción en la política estadounidense, donde muchos actores clave tienen más de 70 años, incluido su predecesor Donald Trump, de 76.
Más allá de su salud, también está la interrogante de cómo un presidente nacido durante la Segunda Guerra Mundial puede mantenerse en contacto con los estadounidenses más jóvenes.
Según una encuesta de Morning Consult realizada entre abril y mayo, sólo el 43% de los demócratas de entre 18 y 34 años cree que Biden está cumpliendo sus promesas.
¿Quién podría sustituirlo? Los comentaristas son escépticos sobre las posibilidades de la vicepresidenta Kamala Harris, de 57 años, que sería una candidata natural si Biden se retira.
Un miembro de la guardia más joven del partido, como el gobernador de California Gavin Newsom, de 54 años, o el secretario de Transporte Pete Buttigieg, de 40, sería otra opción.
Pero todavía no ha surgido un favorito en las filas demócratas.