Después de superar su peor crisis de COVID-19 hasta el momento, Vietnam, una de las fábricas del mundo, tiene problemas para reactivar la industria en torno a su capital económica, de la que en los últimos meses han huido cientos de miles de trabajadores que ya no quieren abandonar sus provincias de origen por miedo al virus.
Teo es uno de los 1.3 millones de trabajadores que, según datos gubernamentales, abandonaron la megaurbe de Ho Chi Minh (antigua Saigón) entre julio y setiembre, cuando la ciudad más poblada del país sufría la peor ola de coronavirus que ha conocido Vietnam.
Él no se pudo ir hasta setiembre, tras aguantar cuatro meses sin salario (4.7 millones de vietnamitas perdieron su trabajo en verano), pero no quiere volver a la gran ciudad desde su provincia rural de An Giang hasta tener la certeza de que la pandemia ha quedado atrás.
“Me dedicaré a la agricultura y otras tareas. Esperaré hasta febrero o marzo (después de la gran celebración del Año Nuevo Lunar) para ver si la situación ha mejorado. Ahora mismo en la ciudad puede pasar cualquier cosa”, dice.
Parón en verano
Tras un parón forzoso entre julio y septiembre en las fábricas más grandes de los alrededores de Ho Chi Minh (algunas de las más pequeñas lograron funcionar durante algunas semanas con los trabajadores durmiendo en el centro de trabajo), en octubre se retomó la actividad, pero el retraso acumulado en la producción parece irrecuperable de cara a la Navidad.
La situación afecta en gran medida al textil y el calzado, pero también a otros sectores en los que Vietnam es puntero, como los muebles o la electrónica, con el añadido de que en los últimos años muchas empresas extranjeras habían trasladado parte de su producción desde China por los menores costes salariales y la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
En los alrededores de Ho Chi Minh se fabrican millones de zapatillas deportivas y otros productos de marcas como Nike y Adidas o muebles que terminan vendiéndose en Europa y Estados Unidos, mientras que el país se ha convertido en un importante centro productivo de marcas como Samsung y Apple.
“La nueva normalidad va a ser tener un 70% u 80% de trabajadores. Los que se han ido directamente dicen que no vuelven, que se quedan con la familia y cultivando arroz, y estamos teniendo problemas serios para encontrar empleados”, cuenta a Efe un empresario del calzado que prefiere mantenerse en el anonimato.
Los empresarios del textil y el calzado, dos de los grandes motores de la industria vietnamita esperan, con suerte, tener el 80% de los puestos cubiertos en las próximas semanas y ya dan por hecho que entre el 15% y 20% no regresarán.
“Dudo que la mayoría de los trabajadores migrantes vuelvan a trabajar en las zonas urbanas antes de las vacaciones del Año Nuevo Lunar (en febrero)”, decía en un reciente artículo en VnExpress Nguyen Hong Ha, responsable de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Vietnam.
Entre las razones para esta renuncia, Ha destaca la sensación de inseguridad respecto a la pandemia -sobre todo en provincias aledañas a Ho Chi Minh donde la tasa de vacunación sigue siendo baja-, los estragos psicológicos sufridos durante los meses de encierro forzoso y el alto coste de la vida en la ciudad con respecto al campo.
Restricciones por la pandemia
Incluso aquellos que residen en el cinturón industrial de la ciudad (sobre todo las provincias de Binh Duong y Dong Nai) no siempre están disponibles por las restricciones relativas a la pandemia.
Si un trabajador vive en una zona donde en los últimos siete días ha habido un contagio no podrá ir a trabajar, lo mismo que los no vacunados, todavía abundantes entre la juventud de esas provincias, con tasas de inoculación mucho más bajas que en la ciudad por falta de suministro.
Por otro lado, los costes de producción están aumentando porque muchos trabajadores que sí están dispuestos a continuar han visto en esta situación una oportunidad para exigir salarios más altos (el sueldo mínimo ronda los US$ 200 mensuales en Ho Chi Minh, pero un técnico experimentado puede percibir en torno a US$ 600).
Producción perdida
Pese a este problema, el empresario no cree que esto afecte la posición de Vietnam como centro productivo, al tratarse de un problema puntual que se irá resolviendo en los próximos meses a medida que avance la vacunación y se reduzca el miedo de la población al virus.
Durante el primer año de pandemia el país apenas tuvo 35 muertes y unos cientos de contagios gracias a la rápida toma de medidas como el cierre de las fronteras y consiguió alcanzar un aumento del PBI del 2.9%.
Las previsiones hablaban de superar el 6% de crecimiento este año, pero la irrupción de la variante delta cambió el panorama en el 2021, con más de un millón de contagios en total y más de 23,000 fallecidos, más del 75% en Ho Chi Minh y sus alrededores, lo que ha multiplicado el impacto económico.