La persistencia de los problemas en las cadenas de suministro a nivel mundial y la incertidumbre sobre cuándo serán resueltos, lo que está teniendo un impacto en la inflación, inquieta a los principales banqueros centrales.
Es una de las preocupaciones que mostraron la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, y el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Jerome Powell, durante el panel sobre política monetaria que cerró hoy el foro que organiza cada año el supervisor europeo.
La cita, que habitualmente se realiza en Sintra (Portugal) pero que por segundo año consecutivo se celebró de manera virtual, sirvió para analizar en qué punto están las economías mundiales 18 meses después de que estallase la crisis por la pandemia, en un momento de recuperación, pero todavía marcado por la “incertidumbre”, según Lagarde.
“Todavía tenemos incertidumbre y eso es una amenaza para el crecimiento”, dijo la líder del BCE, que señaló que uno de los “interrogantes” actuales es “cuánto tiempo llevará resolver los cuellos de botella” en los suministros.
“Es frustrante ver que los cuellos de botella y los problemas en la cadena de suministros no mejoran, y que de hecho aparentemente están empeorando un poco”, coincidió el presidente de la Fed.
Powell refirió que “probablemente” esos problemas continuarán el próximo año y que, junto a una elevada demanda derivada de la recuperación económica, son el causante del aumento de la inflación.
La inflación, otro interrogante
Hasta qué punto el aumento actual de la inflación es transitorio es otro de los interrogantes. “Es difícil decir cuánto va a durar la inflación elevada, pero esperamos superarlo”, reconoció Powell, que ya había admitido el martes que la subida de precios en Estados Unidos es más preocupante y estructural que a principios de año.
El presidente de la Fed alertó de que si el incremento persiste “lo suficiente” puede empezar a afectar “la forma en la que la gente piensa sobre la inflación”: “Si vemos una alta inflación sostenida sería algo preocupante”, señaló.
En el mismo panel intervino el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, que señaló que la institución deberá estar muy atenta a lo que ocurre con la inflación y a los “posibles efectos secundarios” que pueden tener sobre ella los problemas de abastecimiento, incluidas las largas filas en las gasolineras de Reino Unido.
Bailey admitió además que las tasas de interés son la “herramienta preferida” para cambiar la política monetaria, aunque insistió que no significa que vayan a usarla en la próxima reunión del Banco de Inglaterra sobre el asunto, prevista en noviembre.
Lagarde, como ya hizo el día anterior en la apertura del foro, insistió en que “no hay razones para creer que este aumento de precios no va a ser transitorio”, aunque señaló que monitorizan “muy cuidadosamente” el impacto que puede tener.
Cambio climático y bancos centrales
Más allá de los impactos actuales, la presidenta del BCE también alertó sobre un riesgo que está “lejos en el horizonte” pero para el que hay que prepararse, el cambio climático.
“Si ignoramos las consecuencias del cambio climático en el trabajo que hacemos, los activos, la transición que planeamos... Es un riesgo a la estabilidad financiera”, advirtió.
El cambio climático tuvo su espacio este miércoles en la segunda y última sesión del foro, con otra discusión dedicada a las implicaciones que puede tener para la política monetaria en la que participó la vicegobernadora del Banco Central Sueco, Anna Breman.
Breman señaló que el cambio climático es una “amenaza” para la estabilidad de precios y que la “alta volatilidad” dificulta hacer previsiones y aumenta la posibilidad de cometer errores a la hora de decidir sobre política monetaria.
“A veces podemos actuar cuando la mejor respuesta es no hacer nada”, explicó la ponente, que consideró que los bancos centrales tienen la “obligación” de tener en cuenta los riesgos que el cambio climático acarrea para las economías.