Desde que su bisabuelo empezó a cultivar la hoja de tabaco en los campos de Viñales, Yurisniel Cabrera, su padre y abuelo siguen esta tradición para que Cuba pueda producir sus emblemáticos habanos, pero este año la cosecha disminuirá por falta de fertilizantes.
Al lado de su padre y su tío, este campesino de 35 años, corta la hoja de tabaco al pie de un mogote, una de las mágicas formaciones de roca que parecen montes y que abundan en Viñales, en el extremo occidental de Cuba.
Tras meses de preparación de la tierra, de sembrarla y empezar a cosechar, Yurisniel advierte que este año la calidad del cultivo no será tan buena y el volumen de venta disminuirá.
“No se pudo sacar porque faltó fertilizante y el pesticida para los insectos”. La hoja “no tiene la calidad suficiente”, dice deslizando con destreza desde su brazo una hilera de hojas sobre un cuje, como llaman a la vara de madera utilizada para secar el tabaco.
Las hojas se cuelgan en cujes almacenados uno sobre otro en la casa del tabaco, una construcción rústica de madera ubicada con una orientación precisa para que el secado se ayude del sol, el aire y la humedad.
Como la mayoría de los agricultores de Pinar del Río, donde se produce el 65% del tabaco de Cuba, la familia de Yurisniel vende el 95% de su producción a una empresa estatal. El 5% restante es para el autoconsumo.
Guayaba, miel y ron
Curar las hojas secas para torcer los puros de la familia es todo un ritual.
“Nosotros cogemos hoja de guayaba, miel, ron y la vena del tabaco, la metemos en agua en una caldereta”, para después mojar el tabaco seco en esa infusión y guardarlo en paquetes por seis meses antes de estar listo para los fumadores, dice revelando su receta.
El habano es un artículo de lujo. Un puro que se fuma en una hora puede costar más de US$ 10.
Para la temporada que comenzó en octubre pasado y termina en mayo, esta familia sembró 25,000 plantas de tabaco, sin embargo, Yurisniel confiesa que a lo mucho logrará juntar 12 quintales (552 kilogramos) de hoja de tabaco, muy por debajo de los 20 del año pasado.
La empresa estatal Tabacuba, que compra toda la cosecha del país, determinará el precio según la calidad de la hoja, explica sin grandes expectativas.
Las mejores hojas serán para la capa, la envoltura exterior del habano y las más oscuras para el interior.
El año pasado su familia recibió por cada quintal cerca de 4,000 pesos, lo que equivale a US$ 166 al cambio oficial de 24 pesos por dólar. Pero el mercado informal, el que marca la vida real de los cubanos, fija que se necesitan 100 pesos para comprar un dólar, por lo que Cabrera vendió cada quintal a US$ 40.
Durante el último año, “tanto adquirir los productos (fertilizantes) como traerlos a Cuba se complicó” por las dificultades logísticas que hubo durante la pandemia y el recrudecido embargo de Estados Unidos contra la isla, dijo Pavel Noe Cáseres, jefe del departamento agrícola de Tabacuba, la empresa estatal de acopio de tabaco.
De acuerdo con cifras oficiales, la cosecha de hojas de tabaco cayó de 32,000 toneladas en el 2017 a 25,800 en el 2020 y se espera que esta temporada llegue apenas a las 22,000 toneladas, precisó Noe Cáseres.
El funcionario dijo que la afectación será para los productos de consumo nacional. El país cuenta con tabaco almacenado para dos años de habanos de exportanción.
Con un desplome de la economía del 11% en el 2020 y una leve recuperación del 2% en el 2021, Cuba enfrenta su peor crisis económica en casi 30 años y los productos de importación son cada vez más escasos.
“El nitrato no entró”
Los campesinos en muchos casos carecen de maquinaría e instrumentos para trabajar el campo.
Cerca de Viñales, en la comunidad de San Juan y Martínez, Liván Aguiar, un agricultor de 49 años, sembró 50,000 matas de tabaco en esta temporada, en la tierra que el Estado le da en usufructo.
“Yo tengo que comprar todo el producto a ellos (la empresa estatal), me dan el abono, el fungicida” y “al final de la zafra me lo cobran todo”, dice Aguiar cortando hojas de sus matas.
Aguiar expresa su preocupación por la carencia de químicos para la producción del tabaco porque afectará el color y el tamaño de la hoja. “Este año el nitrato no entró, no hay nitrato para el trabajo”.
Sin embargo, es más optimista porque dice que le pueden pagar hasta en 8,500 pesos el quintal y espera recolectar unos 65 quintales.
Al lado de Forastero, un buey que jala una rastra de madera repleta de hoja recién cortada para llevarla a la casa del tabaco, se declara satisfecho, a pesar de las contrariedades: “Yo nací para esto, el que nace para el campo es para el campo”.