Cuando Hugo Chávez irrumpió en la política venezolana acabó con el estilo vigente y adoptó un vigor y una estética grandilocuente, teatralizada y popular, que terminó por imponerse; dos décadas después Juan Guaidó ha roto con esa tradición para modularse en un tono similar al de Barack Obama.
No son pocos los que han visto en la explosión de Guaidó muchas similitudes con las del líder estadounidense que irrumpió en la escena política, en buena medida, aprovechando las nuevas plataformas.
En el caso del líder parlamentario venezolano, que el 23 de enero pasado se proclamó presidente encargado del país y ha sido reconocido en ese cargo por la mayoría de los países de la Unión Europea (UE), el primer gran cambio está en la escenografía.
Frente al estrépito y los gritos que destilan algunos líderes oficialistas, claros imitadores del estilo de Chávez que están muy lejos de su carisma, Guaidó ha optado por un tono más calmado, sin muchos aspavientos y sin levantar la voz.
Sin embargo, no adorna el mensaje cuando debe ser vehemente y este martes, al término de una gran manifestación, no dudó en asegurar que "la ayuda humanitaria va a entrar sí o sí" en Venezuela.
La frase pone en un brete al gobernante Nicolás Maduro, quien ha bloqueado con militares uno de los puentes que unen Venezuela con Colombia y por el que podrían entrar los camiones cargados de bienes de primera necesidad.
Suave en las formas, pero contundente en el mensaje, ese parece ser el estilo de Guaidó.
Otra de las grandes rupturas que trajo Chávez, presidente de Venezuela desde 1999 hasta su muerte en el 2013, fue con el traje y corbata, de los que no renegaba por completo en los actos oficiales.
Era común verle pasear entre la gente y en los mítines con camisas, de uniforme militar o incluso con chaquetas deportivas de Venezuela.
El estilo caló también en la oposición y Henrique Capriles, su opositor durante años, lo adoptó con la excepción del uniforme militar y el toque personal de una gorra con la bandera nacional.
La irrupción de Guaidó ha supuesto también el retorno de un estilo más formal aunque desenfadado que recuerda mucho al de Obama incluso en el color de los trajes y la eventual ausencia de corbata.
También ha optado por contener más los gestos, igual que el expresidente estadounidense, lo que sitúa lejos de los ademanes del oficialismo y de muchos opositores como Leopoldo López, el líder de su partido, Voluntad Popular (VP).
Es un estilo que puede sorprender a muchos venezolanos, efusivos en sus gestos y en sus palabras.
Lo que no ha cambiado es la apelación a los mitos nacionales de la independencia, omnipresentes durante los 20 años del chavismo.
En esas dos décadas, la obsesión por Simón Bolívar llevó incluso a Chavéz a encargar un estudio biológico para poder reconstruir el rostro de Simón Bolívar y eliminar así la reproducción tradicional, que hacía parecer al libertador como un emperador romano más que como un hombre nacido a la orilla del Caribe.
Este martes, en su gran mitin tras la manifestación del Día de la Juventud, Guaidó recordó la batalla contra el militar español José Tomás Boves en la que participaron dos centenares de jóvenes caraqueños el 12 de febrero de 1814.
"Los estudiantes de hoy no siguen a nadie, están a la vanguardia y están delante en una lucha sin precedentes, como lo estuvieron hace más de 200 años, cuando 200 estudiantes bisoños fueron a la victoria", dijo Guaidó ante una muchedumbre.
Sin embargo, tanto por su tono como por sus formas se alejó mucho del estilo típico que ha imperado en Venezuela las últimas dos décadas para acercarse más al discurso acerca de los padres fundadores con el que Obama saltó al estrellato de la política norteamericana.
Y como él, ha hecho suyo el eslogan "Sí se puede".
Pese a proceder de una familia de clase media, tampoco se ha olvidado de hablarle a los más humildes y el mejor ejemplo se vivió también este martes.
Sin las alharacas de los políticos que le han precedido en los últimos años, Guaidó apareció bajo una gran foto del médico José Gregorio Hernández, fallecido en 1919 y cuya estampa es considerada como milagrosa entre muchos venezolanos que han llegado a pedir su canonización.
Hasta el momento, su estilo renovador ha calado en una sociedad venezolana que empieza a sentir el Efecto Guaidó. Queda por ver si consigue el propósito con el que se alzó a la Presidencia interina y alejar al chavismo del poder de manera definitiva.