Una alarma recorre el mundo: se está inyectando grafeno con las vacunas del COVID-19. ¿Las pruebas? Las personas quedan magnetizadas. ¿Tiene esta denuncia alguna credibilidad? Ninguna, pero eso no ha impedido su propagación internacional como una de las falsedades más virales del 2021.
Una conspiranoia mundial
De los vídeos de Estados Unidos a las preguntas registradas en el Parlamento Europeo o las encuestas de Nueva Zelanda, la creencia de que las vacunas contenían nanopartículas de grafeno ha dado la vuelta al mundo con la velocidad a la que circulan los engaños en las redes sociales.
La teoría se ha compartido y desmentido en decenas de países de los cinco continentes y ha sido descrita en español, inglés y francés, pero también en chino, árabe, ruso, indonesio, noruego o albanés, entre otros muchos idiomas.
Tiene su origen en el 2020, cuando las vacunas solo estaban en estudio, y se relaciona con otras conjeturas fantasiosas sobre la inoculación de nanobots, antenas o microchips de 5G con el fin de controlar la voluntad humana.
Qué es el grafeno y por qué es imposible que nos magnetice
El grafeno es un material de átomos de carbono, obtenido del grafito, con unas condiciones extraordinarias de dureza y flexibilidad, además de ser conductor del calor y la electricidad.
Estas cualidades proporcionan grandes posibilidades de uso en aplicaciones tecnológicas -desde las telecomunicaciones 5G hasta las pantallas y carcasas móviles flexibles- y médicas.
Pero su producción industrial es compleja y extremadamente cara, lo que ha ralentizado la generalización de su uso.
Aparte de lo costoso que sería llevar a cabo un plan para inyectar nanopartículas de grafeno a la población mundial, tampoco tendría ningún sentido práctico, según expertos consultados y numerosos verificadores internacionales que han desmentido estas especulaciones infundadas.
Básicamente, una persona no puede adquirir propiedades magnéticas ni atraer objetos metálicos con la pequeña cantidad de grafeno que podría introducirse por medio de una vacuna. Serían porciones ínfimas sin ningún efecto.
Por otra parte, este material no forma parte de los ingredientes de las vacunas del COVID-19, como queda claro por las fichas técnicas de los fármacos o ha garantizado la Comisión Europea.
Antecedentes de una teoría sin sentido
El grafeno, como ha ocurrido con el 5G y otras tecnologías pioneras, ya había sido demonizado antes de que se afirmara que convertía a los vacunados en imanes andantes.
En España, por ejemplo, el canal de Telegram de La Quinta Columna, especializado en la difusión de contenidos falsos y teorías de la conspiración, había publicado mensajes alertando de la presencia de grafeno en las mascarillas o contra investigaciones que estudian extender el uso de este material.
En lo que se refiere a su asociación concreta con las vacunas, ya había publicaciones con origen en Estados Unidos en los primeros meses de la pandemia.
Así, el 8 de junio del 2020 se difundió un vídeo en YouTube protagonizado por la negacionista Celeste Solum, que advertía sobre el uso de “hidrogel de grafeno” en las inminentes “vacunas obligatorias” de la covid.
La grabación fue citada en Facebook junto a una advertencia de que dicho elemento se utilizaría en las vacunas para generar “implantes necesarios” con el fin de conectar a las personas con el “internet de las cosas”.
Aunque el vídeo fue retirado de YouTube, otro con el mismo título fue publicado el 12 de julio del año pasado. Las afirmaciones engañosas sobre la pandemia de Solum han sido desmentidas por verificadores internacionales en diversas ocasiones.
También en el 2020, en setiembre, trascendió un vídeo en Argentina de una supuesta “profesional de la salud” que vinculaba el ARN mensajero (ARNm) al grafeno y lo asociaba a “la vacuna de Oxford”, aunque este preparado de AstraZeneca no utiliza el ARNm sino que se basa en una versión modificada del virus que es inocua.
Estas declaraciones fueron refutadas por el verificador argentino Chequeado.
La cuchara que se pega en el brazo
Fue a mediados del 2021 cuando empezaron a difundirse multitud de mensajes sobre la capacidad de las vacunas para magnetizar a las personas.
Desde mayo varios mensajes virales comenzaron a circular en Estados Unidos, Francia, Argentina o República Dominicana, entre otros países, con vídeos que supuestamente demostraban que los objetos metálicos se quedaban adheridos en los brazos de las personas vacunadas, aunque sin citar el grafeno.
A principios de junio, este tipo de mensajes se multiplicaron ya con la introducción del grafeno como componente más destacado y con ejemplos de cucharas que se adherían a los brazos en las zonas donde se habían inyectado las vacunas, lo que los expertos atribuyen a un efecto de succión por la humedad de la piel, similar a cuando se pega una moneda en la frente.
El falso estudio de Pablo Campra
La tesis de la presencia de este metal en las vacunas recibió un impulso en julio del 2021 con la publicación de un documento sin valor científico firmado por Pablo Campra, profesor de la Universidad de Almería (sur de España), institución que se desmarcó públicamente del supuesto estudio.
Campra aseguraba haber encontrado derivados del grafeno en la vacuna de Pfizer, aunque el informe se había elaborado a partir de “una muestra de origen desconocido con ausencia total de trazabilidad”, como explicaba la citada universidad en su comunicado.
Estas conclusiones sin crédito han tenido una gran proyección internacional y fueron citadas por Andreas Noack, un químico negacionista alemán en un vídeo de YouTube.
Poco después, Noack murió en Austria, donde residía, lo que fue utilizado por los defensores de la falsa hipótesis del grafeno en las vacunas para alimentar la especulación de que había sido asesinado, algo que rechazan la Policía y la Fiscalía.
Enfrentamiento entre negacionistas
La evolución de esta teoría tiene otro elemento sorprendente: el enfrentamiento entre distintos grupos negacionistas en España.
Los defensores de la conjetura del grafeno, entre los que destacan La Quinta Columna, llaman a sus críticos “disidencia controlada”, al considerar que no se oponen de forma genuina al poder de las autoridades.
Es una reacción a los ataques recibidos por parte de otros negacionistas que consideran que la teoría del grafeno es ridícula y resta credibilidad al conjunto del colectivo que rechaza la gestión de la pandemia por parte de las instituciones públicas.
Para estos, los defensores de que las vacunas contienen grafeno buscan principalmente recaudar dinero con dicho relato.