Mientras el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, se dispone a pasar cuatro años más al frente del banco central más poderoso del mundo, la atención se centra en si él y sus colegas tendrán que retirar con más rapidez el apoyo de emergencia a la economía estadounidense ante la alta inflación.
Al renominar a Powell para un segundo mandato como jefe de la Fed el lunes, el presidente Joe Biden dejó claro que tanto el gobierno como el banco central darán pasos para abordar los crecientes costos de los artículos cotidianos, incluidos los alimentos, la gasolina y el alquiler.
La inflación se aceleró en octubre a su ritmo anual más rápido en 31 años, poniendo a prueba la asunción de la Fed de que el estallido inducido por la pandemia de COVID-19 sería temporal.
El miércoles podría conocerse el alcance del debate entre los responsables de política de la Fed sobre la rapidez con la que deberían eliminar su programa mensual de compra de activos, cuando el banco central publique las minutas de su última reunión de política.
Las autoridades de la Fed acordaron en la reunión del 2 y 3 de noviembre empezar a reducir los US$ 120,000 millones en compras mensuales de bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas, un programa introducido en el 2020 para ayudar a la economía durante la pandemia, con un cronograma que prevé su fin para junio.
No obstante, dejaron abierta la posibilidad de que se altere el ritmo de la reducción de compras de activos. “Las minutas de la reunión se analizarán de cerca para determinar qué tan alto está el listón para ajustar el ritmo de la reducción”, dijo Sam Bullard, economista senior de Wells Fargo.
Desde la reunión de noviembre, se ha visto una reaceleración en las ganancias en el empleo y un aumento en las ventas minoristas, pero lo más sorprendente ha sido la resistencia de la inflación a desacelerarse, como esperaban Powell y muchos otros en la Fed. Los inversores apuestan ahora a que la entidad tendrá que subir las tasas de interés tres veces el próximo año.
Es probable que las actas de la reunión que se conocerán el miércoles aporten más detalles sobre la profundidad del malestar sobre la inflación entre las autoridades de la Fed, la mayoría de las cuales pasó la primera parte del año insistiendo en que el aumento de los precios sería de corta duración, a medida que se solucionaran los problemas de la cadena de suministro según reabriera la economía.
“En mayo era fácil despreciarlo, pero con cada mes que pasa se lo toman más en serio. Y probablemente se sientan más cómodos actuando dada la mejora del mercado laboral con el pleno empleo más cerca en el horizonte”, señaló Michael Feroli, economista jefe para Estados Unidos de JPMorgan.
El vicepresidente de la Fed, Richard Clarida, quien será reemplazado por Lael Brainard a principios del próximo año, cuando expire su mandato, dijo la semana pasada que en la agenda de la reunión de política del 14-15 de diciembre estará la discusión sobre la aceleración de la reducción de la compra de bonos para dar mayor flexibilidad a la fecha para subir las tasas desde su nivel actual cercano a cero.
Esa fue la última señal de que las autoridades monetarias están ahora en profunda sintonía con el camino de las presiones inflacionarias, que se han intensificado y ampliado, causando un dolor de cabeza a Powell, quien modificó el marco de la Fed el año pasado para priorizar su objetivo máximo de empleo.
Powell, quien comenzará su segundo mandato al frente de la Fed en febrero si su nombramiento es confirmado por el Senado, aún espera que la inflación se disipe para fines del próximo año, pero señaló, mientras estaba junto a Biden en la Casa Blanca el lunes, que la Fed está muy centrada en las presiones sobre los precios.