La decisión entre Marruecos o Estados Unidos, México y Canadá para organizar el Mundial de 2026 culminará un proceso que debía haber acabado hace un año y que se pospuso hace tres por el estallido del "FIFA Gate", para solaparse ahora con los primeros movimientos hacia el siguiente campeonato en 2030.
Mientras Argentina, Uruguay y Paraguay se ofrecen como escenario ideal para 2030 y piden que se adelante la elección de la sede a 2020, la FIFA se centra en que la votación de mañana se resuelva sin polémicas y lo más lejos posible de la última que hizo con la victoria de Rusia y Catar.
Su propósito era haber decidido la sede de 2026 el 10 de mayo de 2017 en Kuala Lumpur, pero los sucesos de mayo de 2015, con los registros y detenciones de los que fueron objeto algunos de sus dirigentes hicieron aplazar el proceso cuyo desenlace será mañana en Moscú.
Pero aquellos hechos y la posterior renuncia del suizo Joseph Blatter a seguir como presidente, fueron consecuencia en buena parte de la última elección que hizo de sedes de mundiales, la única en la que acordó dos a la vez, el se inaugura en dos días en Rusia y el que se jugará en Catar 2022.
Y a la vez fueron el desencadenante de muchas de las reformas de los últimos años, aunque la de que sea el Congreso el que elija las sedes mundialistas y no el Consejo -antiguo Comité Ejecutivo- ya la adoptó el propio Blatter, obligado por la controversia tras Rusia y Catar.
Antes de que los 22 miembros del llamado entonces Comité Ejecutivo la FIFA se reunieran para votar el 2 de diciembre de 2010, la FIFA ya tuvo que investigar la limpieza de todas las candidaturas que optaban entonces -4 a 2018 y 5 a 2022-. Su conclusión fue que no hubo irregularidades, pero inhabilitó a dos directivos.
Para la elección del organizador de 2018 fueron necesarias dos votaciones. En la primera cayó Inglaterra, con solo 2 votos.
En la segunda Rusia logró 13 votos, España/Portugal 7 y Holanda/Bélgica 2.
La sede de 2022 se decidió después de cuatro rondas. Australia se fue en la primera. Luego Japón y Corea del Sur y en la cuarta y definitiva Estados Unidos sumó 8 votos y Catar 14.
La Comisión que evaluó todas las candidaturas había reprochado a Rusia un "alto riesgo" en transporte por sus aeropuertos y conexiones internacionales y por ser la que menos oferta de entradas presentaba y la que más estadios debía construir.
A Catar el alto riesgo se lo anotó al operativo general, a las altas temperaturas e instalaciones para equipos, a su cumplimiento casi al límite con la exigencia mínima de estadios (9 nuevos) y a su menor oferta de sedes y entradas.
Las victorias de Rusia y Catar hicieron a Blatter proponer meses después que desde entonces fuera el Congreso el que votara las sedes de los mundiales, como hará mañana por primera vez en Moscú. Luego el suizo también tuvo que abrir una investigación interna sobre aquella votación.
Prolongada durante más de un año, la investigación la dirigió el exfiscal estadounidense Michael J. García, pero el desenlace no fue el previsto por Blatter.
El hecho de que la propia FIFA se negara a publicar íntegro su documento y la conclusión de la Comisión de Ética de que no hubo violación de las normas por las candidaturas hicieron dimitir a García y la FIFA se vio obligada a presentar una denuncia ante la justicia de Suiza para que ésta hiciera su propia investigación.
Fruto de todo esto llegaron las detenciones por corrupción en mayo de 2015 de seis dirigentes de la FIFA en Zúrich y el juicio en Estados Unidos hace unos meses del llamado "FIFA Gate" con condenas de cárcel.
Entre investigados y condenados por la justicia o inhabilitados luego por la propia FIFA hay una docena de los miembros de aquel Ejecutivo, del que formaba parte Vitaly Mutko, hoy viceprimer ministro ruso y expresidente de la federación de fútbol y del comité organizador del Mundial que está a punto de empezar.