La rutina diaria de muchos de nosotros implica largas horas sentados, ya sea en casa o en la oficina. Desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde, el ordenador se convierte en nuestro principal compañero. Este estilo de vida sedentario no solo nos afecta a nivel físico, sino que también puede tener serias repercusiones en nuestra salud a largo plazo. Afortunadamente, un desayuno bien equilibrado puede ser una herramienta poderosa para contrarrestar algunos de estos efectos negativos.
Pasar gran parte del día sentado tiene consecuencias que van más allá del dolor de espalda o la incomodidad en las piernas. La falta de actividad física está directamente relacionada con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales, diabetes y obesidad. Estos problemas de salud surgen en parte porque, cuando no nos movemos lo suficiente, nuestro cuerpo tiende a acumular calorías que no quemamos. Por lo tanto, resulta fundamental prestar atención a lo que comemos, especialmente cuando nuestra actividad física diaria es limitada.
La pauta general de los expertos es clara: para contrarrestar los efectos negativos del sedentarismo, se recomienda realizar al menos 30 minutos de ejercicio diario. Sin embargo, el ejercicio por sí solo no es suficiente. También es crucial adoptar una dieta adecuada, que sea saludable, nutritiva y, al mismo tiempo, un poco más baja en calorías que la de alguien con un estilo de vida más activo.
El desayuno es una de las comidas en las que más frecuentemente cometemos errores. La tentación de recurrir a la bollería, las tostadas con mantequilla y un zumo azucarado es grande, pero estos alimentos pueden ser una trampa para nuestra salud. La bollería y los carbohidratos no refinados provocan picos de azúcar en la sangre, lo que nos lleva a sentir hambre poco tiempo después de haber comido, aumentando la probabilidad de picotear entre horas.
No se trata de eliminar los hidratos de carbono de nuestra dieta, ya que son esenciales para el funcionamiento del cerebro, que se alimenta principalmente de glucosa. Lo que debemos hacer es elegir fuentes de hidratos que, además de proporcionar energía, nos aporten otros nutrientes como fibra, vitaminas y minerales. Los cereales integrales y las frutas son opciones ideales, ya que son bajas en calorías y ricas en nutrientes.
Otro aspecto que muchas veces pasamos por alto en el desayuno es la incorporación de proteínas. Las proteínas son fundamentales, ya que son el nutriente que menos calorías aporta y, al mismo tiempo, generan una sensación de saciedad que nos ayuda a controlar el apetito a lo largo del día. Incorporar proteínas en el desayuno es sencillo y delicioso: puedes optar por fiambres magros como el pavo, huevos, o yogur.
“Es importante desayunar algo que te siente bien, te haga empezar el día con sensación de bienestar, con una buena digestión y con sensación de energía y no pesadez”, señala la nutricionista Ylenia López-Llata a Business Insider. Optar por una combinación de café o infusión, acompañado de cereales integrales, alguna proteína magra como fiambre de pavo o pollo, queso fresco, o incluso un poco de tomate y fruta, puede ser la clave para un desayuno saludable y equilibrado.
Este enfoque te ayudará a comenzar tu jornada de la mejor manera posible, asegurándote de que tu cuerpo y mente estén preparados para enfrentar los desafíos del día, sin comprometer tu salud a largo plazo.
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