FOTOGALERÍA. ¿Sabes qué es el trash-cooking? Traducido literalmente del inglés sería algo así como “cocinar con basura”, pero nada más lejos de la realidad. El trash-cooking o cocina de aprovechamiento es la técnica que vienen utilizando nuestras madres y abuelas desde siempre basada en el “aquí no se tira nada”, según el portal emprendedores.
La idea que subyace en este término tan extendido en la actualidad es intentar sacar el máximo partido posible a todos los alimentos para que nada acabe en la basura, para generar el mínimo desperdicio. No importa si el producto es considerado de mayor o menor calidad, lo importante es no desaprovechar nada. Ya lo decía Ferrán Adriá: “si para componer un menú solo somos capaces de utilizar productos de élite, la alta cocina está muerta”.
Por ello, te propongo emprender sin desperdicio. Aprovechar cada recurso y cada oportunidad para desarrollar tu idea o hacer crecer tu negocio sin morir en el intento. ¡Conviértete en el Ferrán Adriá de tu trabajo! (aunque no entiendas nada de cocina).
La mentalidad de emprender sin desperdicio en el mundo de los negocios está muy ligada a las denominadas metodologías ágiles que están revolucionando la forma de pensar, decir y hacer dentro de las organizaciones.
Estas metodologías se empezaron a aplicar en la década de los 90 en la industria de desarrollo de software cuando descubrieron que los métodos tradicionales de trabajo retrasaban mucho las entregas del producto final.
En 2001, un grupo de “locos del software” se reunieron en una estación de esquí de Utah, EE. UU., y entre nieve, spa y comida surgió The Agile Manifesto, un documento que recoge los principios básicos para desarrollar software de una manera ágil.
Existen diversas metodologías ágiles o Agile, las más usadas son: Scrum, XP, Kanban y Lean. Aunque, más que metodologías, son auténticas filosofías de trabajo.
Te recomiendo, si todavía no lo has hecho, leer y releer el libro El método Lean Startup, de Eric Ries. Lectura indispensable para cualquier emprendedor y profesional que quiera abrir su mente a nuevas formas de crear y gestionar empresas de éxito en el mundo actual y en el futuro.
La metodología LEAN nace en Japón en los años 60 en las fábricas de automóviles de Toyota y su base es eliminar actividades que no aportan valor, para así poder obtener un producto o servicio de mayor calidad y que mejore la experiencia del cliente.
Cada una de las metodologías ágiles que existen tiene sus propias particularidades, pero todas ellas coinciden en querer mejorar. Porque la base de emprender sin desperdicio es eso: entregar el mejor producto o servicio con unos costes y tiempos más reducidos.
¿Y cómo se emprende sin desperdicio? Te lo cuento en este decálogo que he creado, mientras cocinaba, para ayudarte. Diez consejos para no tirar nada a la basura:
Tener un buen método no está reñido con la agilidad. Al igual que en el ámbito científico, tener un método te ayudará a identificar y eliminar las fuentes de derroche que limitan y ponen en peligro tu actividad. Investiga las diferentes metodologías que existen en el mercado, compara e incluso crea la tuya propia.
Es posible que no seas mucho de abrazar o que, por el contrario, seas un “oso amoroso”. En cualquier caso, llévate bien con la incertidumbre porque te puedo asegurar que en los negocios es la única compañera que siempre estará a tu lado. No la mires como algo negativo. Es incómoda, cierto, pero te aseguro que forma parte de tu cerebro más primitivo, el reptiliano, el que te mantiene alerta y detecta los peligros.
Cuando dejes de mostrar interés por el aprendizaje tu negocio entrará en coma. No hablamos solo de adquirir nuevos conocimientos para crecer como persona sino de lo que Eric Ries denomina “aprendizaje validado”. Es aquel aprendizaje que se respalda con datos empíricos que se obtienen de consumidores reales.
No se trata de probar tu producto o servicio con amigos o familia o guiarte por tu intuición, para validar una idea necesitas datos reales.
No pierdas el tiempo en ser un “Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”, porque no eres bueno en todo y lo sabes. Elige a tu Equipo A, esas personas que harán crecer rápido el negocio. Cada uno ha de ser bueno en algo: finanzas, ventas, marketing, tecnología… pero, sobre todo, elige personas que aporten y sumen más allá de su principal aptitud técnica, es decir, que crean en el proyecto por encima de todo.
Recuerda el dicho “mejor hecho que perfecto”. Comprueba cuanto antes el valor que proporciona tu producto o servicio a los clientes cuando lo usan. Crea para ello un prototipo o PMV para testear. En este artículo encontrarás algunos ejemplos de cómo hacerlo. El PMV puede ayudarte a obtener ingresos mientras desarrollas y perfeccionas el modelo.
Lanzar tu producto o servicio al mundo entero puede resultar complicado por cuestiones de tiempo, dinero y esfuerzo. Es mejor que investigues cuál es aquella parte del mercado total que te permite obtener información de calidad a la hora de testear.
Puede que sea suficiente con un pequeño grupo, una zona geográfica determinada o solo un país. Intenta que sea lo más ágil posible y que obtengas mucha información útil para filtrar y analizar.
Si algo no gusta o tu producto o servicio ha sido un auténtico desastre en una prueba inicial, no te empeñes en seguir intentándolo a toda costa. Párate, analiza y rectifica. Incluso puede que tengas que abandonar gran parte o la totalidad de tu idea inicial y empezar casi de cero. Eso no será un fracaso, sino una forma inteligente de seguir buscando un negocio sostenible y rentable.
A pesar de que el tiempo es más valioso que el dinero, la mayoría de las personas odian perder dinero, pero no tanto perder el tiempo (piénsalo detenidamente en tu día a día). Controlar tus finanzas es una manera muy sencilla de no desperdiciar dinero y de tener claro hasta dónde vas a llegar con tu negocio.
Te aconsejo no dejar en manos de terceros el control de tus finanzas. La gestión contable o de impuestos puede externalizarse, pero tu presupuesto, tus flujos de caja y todo lo que ello conlleva, no lo dejes en manos ajenas. Si lo haces te arrepentirás. Aprender a manejar tus finanzas o tener alguien en tu equipo cercano que lo haga, será tu mejor inversión.
Si ya tienes clientes, una forma de no desperdiciar tiempo y dinero en su gestión es segmentar. La segmentación más básica se rige por la Ley de Pareto, la regla del 80/20. Esta regla afirma que en muchos casos el 80% de las ventas provienen del 20% de los clientes. Si detectas esos clientes y les dedicas más tiempo, entrarás en el círculo virtuoso de emprender y gestionar sin desperdicio.
Como consultora de innovación, entre otras actividades, no puedo terminar este decálogo sin hablar de creatividad e innovación. Emprender, o trabajar en general sin desperdicio, necesita de altas dosis de creatividad e innovación. Recuerda que, para hacer las cosas más rápidas, con menor coste o de la forma más eficiente necesitarás poner en funcionamiento tus neuronas a toda máquina.
No servirá con hacer las cosas como las haces siempre o copiar a aquellos que les va mejor que a ti. Para destacar, crecer y mantenerte debes generar nuevas soluciones, nuevas ideas y ponerlas en marcha. Tendrás que estar alerta gran parte de tu tiempo.
¿Cómo crear un PMV?
Es posible que no sepas cómo crear un prototipo de tu producto o servicio para testear el interés del mercado, lo que se denomina un Producto Mínimo Viable (PMV). Si es así no te preocupes porque aquí tienes algunas técnicas para que te puedas inspirar:
Test de humo. Consiste en comprar palabras claves (AdWords) para dirigir a tu potencial cliente a una página en la que le informas de que tu producto/servicio está en desarrollo y le invitas a que deje su email para contarle más en detalle cuál es la idea. Puedes ofrecerle algo a cambio, como un regalo por dejarte sus datos. Útil para productos o servicios muy disruptivos cuya aceptación resulte dudosa.
Video. Monta un video explicativo de tu producto o servicio con textos e imágenes muy básicas que se entiendan de manera fácil. Una imagen vale más que mil palabras y, si es divertida, la atención de tu potencial cliente está casi asegurada.
Loncha vertical. De todas las funciones de una solución, se elige una y se implementa todo el proceso. Por ejemplo, vender un solo producto en una plataforma online para validar todo el ciclo, desde la venta, entrega, soporte… y después escalar con más productos o servicios.
Conserjería. Crear una versión manual de lo que la tecnología hará en el futuro. Por ejemplo, crear un mapa del viaje del cliente para entender los hábitos de compra físicos y poder crear un servicio digital que lo facilite.
Mago de Oz. Presentar una fachada principal similar a la que tendrá el producto o servicio final, pero sin un desarrollo por detrás porque todo se hace a mano. Por ejemplo, para aplicaciones a testear en entornos cercanos. ¡Guía a tu cliente por el camino de baldosas amarillas!
Con tus manos. Es recomendable construir de forma artesanal un prototipo de tu producto. ¿Te gusta el bricolaje, la plastilina o el ganchillo? Despierta a ese artesano que llevas dentro y sorprende a tu audiencia. Por ejemplo, para probar juegos infantiles o productos que sean pura gamificación.
10 ejemplos de PMV
Existen muchos ejemplos de PMV, aquí van diez:
Buffer, la herramienta de programación y marketing en redes sociales.
Dropbox, la herramienta de sincronización de archivos y almacenamiento en la nube.
Zappos, para vender zapatos “en línea”.
Food on the Table, un servicio de compra de comestibles con descuentos y recetas de alimentos según las preferencias del usuario.
Groupon, proveedor de cupones de descuento digitales.
Facebook, en su origen, sólo tenía las características mínimas básicas dirigidas a un segmento de audiencia muy determinada, los estudiantes de las universidades americanas
Uber empezó con una App que solo permitía a las personas escribir su dirección.
Amazon comenzó con un pequeño listado de libros a la venta.
En Dunkin Donuts, comenzaron añadiendo unas simples virutas de chocolate de color al donut original.
Los planos o pisos piloto de las constructoras, para hacerte una idea de cómo será tu vivienda una vez construida.
Una guía, no un decálogo
Este decálogo no pretende ser los diez mandamientos del emprendimiento sin desperdicio, pero sí una guía para hacerte la vida un poco más fácil. Ojalá hubiera sabido todo esto cuando empecé mi carrera profesional allá por los años 90 cuando diecisiete locos del software se juntaron para hablar de este asunto. Lo descubrí unos años después, pero nunca es tarde para seguir aprendiendo sobre cómo emprender ágilmente y sin desperdicio. Espero que a ti también te sirva.
NOTA: Si tu idea tiene que ver con el mundo de la gastronomía, no te olvides de ponerle perejil como Arguiñano para que salga “rico, rico y con fundamento”.