¿Se reactivará la economía en 2016?
Si bien es cierto existen muchos temas en la agenda de los candidatos a la presidencia, una de los temas claves estará relacionada con la economía, pues luego de crecer 8.5% en 2010, comenzó un proceso de desaceleración que no se detiene: en 2014 solo creció 2.4%, cifra similar a la que tendremos en este 2015. ¿Será posible que cumplan sus promesas de crecer en torno de 6% anual? Lo veo casi imposible, al menos por las siguientes razones:
El entorno externo todavía mantendrá su tendencia al deterioro. China es uno de los motores de la economía mundial. Entre 2003 y 2011 la economía peruana creció por encima de 6% en un contexto en el que China lo hacía a tasas mayores que 10% anual. Sin embargo, China se desaceleró y ahora lo hace a tasas que fluctúan entre 6% y 7% anual. El Partido Comunista Chino ha anunciado que para el período 2016-2020 mantendrá un crecimiento promedio de 6.5% anual. De ahí que sea esperable una caída de los precios de los metales, en especial del cobre que, junto con el oro, son los principales productos mineros de exportación. Ello a su vez se reflejará en una menor inversión en minería, aparte del efecto de los conflictos usuales de aquellas inversiones.
En segundo lugar, la tasa de interés de los Estados Unidos tendrá una tendencia al alza durante 2016, proceso conocido como “normalización monetaria”. Los analistas esperan un aumento de la tasa en diciembre de este año y entre dos y tres aumentos en 2016. Ello tiene dos efectos: por un lado, salida de dólares y por ende presiones al alza del tipo de cambio y por otro, acceso al crédito externo más caro. En tercer lugar, el lento crecimiento de la eurozona (9% de las exportaciones peruanas) impedirá una recuperación más rápida de las exportaciones no tradicionales.
Si el frente externo no “juega a favor”, ¿cómo se observa el frente interno? Pues con problemas. La economía peruana muestra un déficit fiscal creciente. De acuerdo con el MEF la proyección para 2016 es de 2.7% del PBI, lo que supone un aumento del endeudamiento para cubrir el exceso de gasto sobre ingresos públicos justo cuando el financiamiento externo se hace más caro. En segundo lugar, tenemos brecha externa, es decir, mayores importaciones que exportaciones de bienes y servicios. Si no hay buenas perspectivas de crecimiento de las exportaciones por el entorno externo, solo queda reducir importaciones y ello pasa por una elevación del tipo de cambio o, dicho de otro modo, una postura de mayor flexibilidad cambiaria. Es cierto que ello puede traer problemas con la inflación y con la salud del sistema financiero. Sin embargo, en economía se deben tomar decisiones y lo que debe hacerse es balancear los efectos. Lo que sí es claro, es que no podemos seguir, como se explicó en el post anterior, con un tipo de cambio que sube menos en comparación con la mayoría de los países vecinos.
En tercer lugar, las caídas, tanto de la inversión privada como la pública. Recuperar la inversión privada no es simple, pues en el fondo se trata de un tema de credibilidad. Aquí, lo que ocurra dependerá del liderazgo que muestre el nuevo presidente. Aún así, ello ocurrirá luego de julio, por lo que en caso de tener efectos positivos, los impactos recién se verán hacia 2017.
No hemos tomado en cuenta el fenómeno del niño ni otros asuntos que podrían empeorar la situación. De ahí que en el mejor de los casos y con la información que tenemos hoy, no esperaría un crecimiento mayor que el que tendremos este 2015. ¿y así prometen tanto los candidatos?