Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador acudió al Zócalo capitalino para conmemorar a las víctimas de los terremotos de 1985 y 2017. Además, horas más tarde se realizará un Simulacro Nacional en CDMX, para que millones de mexicanos puedan saber qué hacer ante un sismo de gran magnitud para evitar pérdidas humanas o motivos que lamentar. Un día como hoy, muchos ciudadanos tienen profundamente grabada en la memoria lo que ocurrió hace algunas décadas en el centro y sur del país.
A lo largo de los años, esta fecha ha sido testigo de devastadores sismos, que han causado destrucción, dejado decenas de edificios en ruinas y cobrado la vida de miles de personas. El terremoto de México tuvo lugar el jueves 19 de septiembre de 1985; inició a las 07:17:47 horas y alcanzó una magnitud de 8.1 grados, escala Richter. El epicentro se localizó en el océano Pacífico, cerca de la desembocadura del río Balsas, en la costa del estado de Michoacán, y el hipocentro, a 15 kilómetros de profundidad bajo de la corteza terrestre.
México es particularmente susceptible a terremotos debido a su ubicación en el borde de cinco placas tectónicas: la del Caribe, la del Pacífico, la de Norteamérica, la de Rivera y la de Cocos. La interacción de estas placas provoca que el país experimente un promedio de cuatro temblores diarios.
Los terremotos son el resultado del movimiento de placas tectónicas, fragmentos de la corteza terrestre que se desplazan y chocan, generando temblores. Aunque se han realizado numerosos estudios para predecir sismos, los resultados no han sido concluyentes.
Tras el fuerte sismo del 19 de septiembre de 985, el Distrito Federal parecía una zona de guerra, con múltiples edificaciones derribadas y muchas severamente dañadas, además de miles de heridos, desaparecidos y fallecidos.
Un edificio emblemático que cayó durante el 19/09/85, fueron los últimos tres pisos del Edificio B y se contabilizaron 14 trabajadores de la secretaría fallecidos, aunque el resto del complejo permaneció de pie.
El epicentro del sismo de 1985 se localizó en el océano Pacífico, cerca de la desembocadura del río Balsas, en la costa del estado de Michoacán; afectando al centro, sur y occidente de México.
La réplica aconteció un día después, la noche del 20 de septiembre, el cual también tuvo gran repercusión para la capital al terminar por colapsar estructuras y edificios reblandecidos el día anterior. Ante la carencia generalizada en el país de una cultura de protección civil y de protocolos de acción, las horas posteriores terminaron en un caos generalizado, el cual se fue calmando cuando la propia sociedad civil comenzó a auto-organizarse en las acciones de rescate y asistencia.
El número preciso de muertos, heridos y daños materiales nunca se conoció con precisión. En cuanto a las personas fallecidas, sólo existen estimaciones: 3192 fue la cifra oficial, mientras que 20 000 fue el dato resultante de los cálculos de algunas organizaciones.
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