El internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay aseguró que, en un eventual gobierno de Pedro Castillo, la Cancillería sufrirá un punto de quiebre afectando la política exterior del Perú si el aún candidato de Perú Libre insiste en materializar el plan de gobierno que profesó en la campaña electoral.
“A juzgar por el libreto y el ideario del señor Castillo por primera vez en su historia bicentenaria de visión ecuménica y democrática, la Cancillería peruana va a ideologizarse y eso será un punto de quiebre negativo, la política exterior no debería ideologizarse. No se va a condenar a las dictaduras de la región como las de Venezuela y Nicaragua, o la implosión social que vemos actualmente en Cuba. Una visión insensible y nada solidaria de la política exterior”, dijo.
El también presidente del Instituto Peruano de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (Ipediri) señaló que de no moderarse y respetar como se ha manejado la diplomacia en la historia reciente del país, Castillo Terrones seguiría los pasos de presidentes como el de Bolivia, Luis Arce, y “por consiguiente, el Grupo de Lima creado para buscar una salida a la crisis venezolana por el régimen de Nicolás Maduro desaparecería”, y el país se volverá afín al Foro de Sao Paulo, plataforma internacional que agrupa a políticos y partidos de izquierda marxista.
“Tengo la virtud de haber trabajado 17 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y todo indica que los señores Manuel Rodríguez Cuadros y Harold Forsyth, que representan el ala de izquierda al interior de Torre Tagle, son los candidatos para ser el posible canciller de Pedro Castillo”, indicó.
Prueba de fuego y cuatro vértices
Por su parte, Javier González -Olaechea Franco, doctor en Ciencia Política y experto en gobierno, afirmó que la “prueba de fuego” de Castillo Terrones en materia internacional será el seguir o no la línea del saliente gobierno de Francisco Sagasti, en relación a las protestas sociales en Cuba en contra del régimen comunista hoy presidido por Miguel Díaz-Canel.
“Dados los acontecimientos incontrastables en Cuba y el pronunciamiento del mismo secretario general de la OEA subrayando el fracaso del modelo comunista y demandando elecciones libres, Castillo no debe demorar en manifestarse como desee. Esta es su primera prueba de fuego. La Cancillería peruana ya se pronunció en la misma orientación”, sostuvo el internacionalista.
Asimismo, González-Olaechea enfatizó que en el supuesto que el aspirante de Perú Libre asuma la presidencia el 28 de julio, la política exterior debe ser guiada por cuatro vértices y cuya definición, exclusiva y excluyentemente le compete a un jefe de Estado.
“Primero, profundizar la defensa permanente de los intereses permanentes del Perú, entiéndase, integridad territorial (completa incluyendo su condición marítima), una relación muy pendiente de los vecinos y fortalecer las alianzas del país en función de los desbalances regionales y globales. “Aquí, no hay espacio para interpretaciones”, subrayó.
Segundo, incursionar o profundizar en todos los componentes de una política exterior que responda a las actuales y futuras necesidades del país y retos priorizando lo urgente, inversión y cooperación y proyectando lo que devendrá en permanente y propio de la naciente era, la Era Disruptiva, agregó.
Tercero, la defensa ampliada de los peruanos en el exterior; y cuarto, promover todas las riquezas culturales, arqueológicas, gastronómicas y de la biodiversidad peruana, resaltó.
Perú Libre respalda al régimen comunista
La agrupación política Perú Libre de Pedro Castillo utilizó su cuenta de Twitter para “solidarizarse” con el régimen cubano y condenar las manifestaciones de su población.
“Nuestra solidaridad con el pueblo de Cuba y su Revolución Socialista. Condenamos a la gusanería residente en el Perú”, sentenció en la red social adjuntando una fotografía de la embajada del país caribeño, ubicada en San Isidro y que fue manchada con pintura roja por desconocidos.
Cabe resaltar, que en el ideario de Perú Libre, se autodenominan “marxista-leninista” y expresan su admiración por Fidel Castro, fenecido dictador que gobernó Cuba cerca de 50 años.