Los cambios en puestos públicos muy importantes suelen ocurrir por varios motivos: porque el funcionario no cumplió con los objetivos para los que fue nombrado, porque existen indicios de corrupción, porque no le cae bien al Congreso (o no le es útil para sus intereses particulares) o porque ha pasado en el cargo demasiado tiempo y es necesario “refrescar” la entidad. El caso de Luis Enrique Vera, cuya salida de la Sunat fue anunciada ayer por el ministro de Economía, José Arista, parece corresponder al último motivo, aunque no tanto.
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A pocos días de cumplir cuatro años en el puesto (fue encargado en marzo del 2020 y ratificado en octubre del 2021), pero dos años antes de cumplir el periodo para el cual fue designado, Vera dejará la Sunat con pocos logros que exhibir en materia de recaudación tributaria, aunque la digitalización de la administración de impuestos siguió siendo perfeccionada durante su estadía. Además, enfrentó desafíos que parecían impensados, como la pandemia –que provocó una recesión que se reflejó en el desplome de la recaudación– y la injerencia política durante el régimen de Pedro Castillo –las presiones para que la Sunat favorezca a allegados del expresidente son investigadas por la Fiscalía–. Hay que añadir la recesión iniciada en el 2023, que también perjudicó la recaudación (cayó 6.4%).
El ministro Arista ha justificado la salida anticipada de Vera en la necesidad de “refrescar la Sunat (…) con gente que tenga nuevas ideas”. Agregó que la nueva autoridad deberá ampliar la base tributaria. Habría que precisar que no basta con conseguir que más personas tengan su RUC –las cifras de la Sunat muestran un incremento sostenido–, sino que declaren y paguen los impuestos que les corresponden. En otras palabras, la meta debe ser ampliar la base tributaria efectiva. ¿Se ocupó Vera de ese objetivo? Difícil saberlo debido a su renuencia a dar declaraciones a los medios. A pesar de nuestras insistentes solicitudes, nunca concedió entrevistas a este diario.
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Hay que recordar que Arista formó parte del equipo que diseñó e implementó la reforma tributaria, incluida la creación de la Sunat, a inicios de los años 90, de modo que vale suponer que es consciente de que la entidad necesita modernizarse, dejar de funcionar en “piloto automático” y recuperar su rol proactivo en el equipo económico del Gobierno. Un punto pendiente que el propio ministro resaltó es reforzar la presencia de la Sunat en el interior del país. Hay mucho por mejorar, empezando por un superintendente que sepa trabajar y comunicarse.
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