El BCR redujo ayer su tasa de interés de 6.75% a 6.50%. Es el quinto mes consecutivo en que decide recortarla –entre enero y agosto pasados, la mantuvo en 7.75%–, motivado por la disminución de la inflación, que cerró el 2023 en 3.24%, cerca del límite superior de su rango meta (entre 1% y 3%). Dicha tasa corresponde a Lima Metropolitana. El INEI también mide la variación de precios al consumidor en las 26 principales ciudades del país (incluida la capital), cuya tasa promedio del año pasado fue algo mayor (3.41%). Ambas habían cerrado el 2022 bordeando 8.5% y, en febrero, la nacional llegó a 8.99%, a causa de las anomalías climáticas y los paros y bloqueos de carreteras.
Siempre cauto, el BCR reiteró que la rebaja de su tasa “no necesariamente implica un ciclo de reducciones sucesivas”, pues los ajustes futuros dependen de los determinantes del aumento de precios. Entre esos factores, uno latente es El Niño global, cuya magnitud sería moderada, aunque el riesgo de interrupción de las actividades comerciales por inundaciones, huaicos y deterioro de carreteras y puentes sigue siendo alto ya que tanto el Gobierno nacional como los gobiernos subnacionales no han completado las obras de prevención.
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Si bien no habría que esperanzarse en que el BCR continúe con la tendencia que inició en septiembre, cabría darle una mirada a indicadores clave del sistema financiero para entender la necesidad de un impulso monetario vía reducción del costo del crédito. No obstante, hay que tener en cuenta que esta herramienta de política monetaria no tiene efectos inmediatos. Según data recopilada por el INEI, el promedio de la tasa de interés activa en moneda nacional alcanzó su pico en septiembre (15.95%), pero ya no se incrementó en octubre, noviembre ni hasta el 21 de diciembre. Aunque sigue elevada, habría que esperar que muestre descensos más pronunciados en los meses siguientes.
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En cambio, la tasa de interés activa en moneda extranjera siguió creciendo en dicho periodo. Un indicador asociado al encarecimiento del crédito es la morosidad bancaria, que en octubre y noviembre registró su mayor nivel en tres años (4.38%). La SBS ha pedido a los bancos ser más estrictos con los préstamos en dólares, mientras que estos han estado más rígidos en la evaluación de los solicitantes de créditos de consumo. Estos últimos crecieron en octubre, en marcado contraste con los empresariales, que cayeron 11.9% respecto del mismo mes del 2022. Una menor tasa de interés podría reactivar ese tipo de créditos o, al menos, evitar que sigan tan negativos.