Venezuela ha detonado el primer cortocircuito dentro del frente político que gobierna Argentina.
El presidente peronista Alberto Fernández, quien llegó al poder en diciembre impulsado por la exmandataria de centro-izquierda Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidenta, y con el apoyo de sectores más moderados, instruyó a su cancillería a votar la víspera a favor del informe presentado por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela.
La cancillería argentina expresó en un comunicado que el gobierno de Nicolás Maduro debe atender el pedido de la alta comisionada “a que conduzca investigaciones prontas, exhaustivas, independientes, imparciales y transparentes sobre las alegaciones de violaciones a los derechos humanos, lleve a los perpetradores ante la justicia y garantice una reparación adecuada a las víctimas”.
Este giro diplomático del gobierno del Frente de Todos respecto a la postura tradicional de apoyo a Venezuela que mantuvo el kirchnerismo durante el gobierno de Fernández de Kirchner (2007-2015) tuvo como primera consecuencia la renuncia de la designada embajadora en Rusia, Alicia Castro, dirigente afín a la expresidenta.
“Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores”, dijo Castro en una carta que hizo pública.
La diplomática, que fue embajadora en Reino Unido y Venezuela durante la anterior gestión kirchnerista, agregó que “el voto de Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de (Mauricio) Macri”, un feroz crítico de Maduro durante su gestión de 2015-2019.
Otros dirigentes que adscriben al espacio político liderado por Fernández de Kirchner lamentaron el voto argentino ante el consejo de Derechos Humanos de ONU.
“Le quiero pedir perdón al pueblo de Venezuela y a Maduro y también a (Hugo) Chávez, que nos dio una mano cuando nadie nos daba nada”, expresó Hebe de Bonafini, la líder de las Madres de Plaza de Mayo, en declaraciones radiales.
“Estoy avergonzada de lo que hicieron ayer, avergonzada del canciller (Felipe Solá). Es un tipo que no sabe dónde está parado y qué está representando... perdón Maduro, perdón pueblo venezolano por lo que hizo el canciller, perdón en nombre de las Madres y de los millones de argentinos que estamos avergonzados de tener este canciller. Mil veces perdón”, lamentó.
El presidente Fernández ni su vicepresidenta se pronunciaron públicamente sobre la votación del martes contra el gobierno de Venezuela.