Desde que se reveló en 2015 que Volkswagen AG estaba manipulando motores de automóviles, las emisiones nocivas de los vehículos han sido objeto de intenso escrutinio por parte de los consumidores y los reguladores. Las autoridades municipales en Europa han estado presionando para que los autos diésel, en particular, queden excluidos de las zonas céntricas de las ciudades.
Para 2024, los automóviles diésel no podrán circular por París o Madrid ya que las capitales están prohibiendo los vehículos de pasajeros que funcionan con el combustible.
Unos años más tarde, todos los conductores de vehículos de combustión en Barcelona, Londres y Roma y sus alrededores, que dependan de sus automóviles perderán el acceso. En total, unas 24 ciudades europeas con una población conjunta de 62 millones de personas van a prohibir los motores diésel en la próxima década, incluidas 13 ciudades que bloquearán todos los autos de combustión a fin de cumplir los límites de emisiones.
Es un futuro incómodo ante la realidad cada vez más próxima. Las prohibiciones en Madrid, Hamburgo y París a los automóviles diésel más antiguos dejará a muchos consumidores sin otra alternativa que invertir en autos híbridos o de batería, truncando esa promesa del automóvil de proporcionar movilidad ilimitada para las masas.
"Muchos residentes en las ciudades afectadas, pero también muchos pasajeros, no pueden comprar un coche nuevo de la noche a la mañana", dijo Andreas Radics, socio de Berylls Consultancy. "Una prohibición de conducir automóviles en las ciudades sin probar otros modos de transporte es un problema costoso al que ni los políticos ni las autoridades locales han respondido lo suficiente".
Alrededor de 12.6 millones de automóviles en Europa quedarán afectados por las restricciones que ya están en vigor en autoridades locales o se introducirán para 2030, según Berylls. La cifra solo incluye automóviles registrados actualmente a nombre de residentes de las ciudades, lo que excluye a millones de empleados que se desplazan para su trabajo diariamente.
Las prohibiciones limitadas a motores diésel más antiguos en lugares como París, Madrid y Hamburgo ya han provocado que los consumidores abandonen el diésel en masa. Las matriculaciones se redujeron al 36% de las ventas totales en toda Europa en 2018, frente a más de la mitad en 2015, el año de la crisis del fraude de emisiones de VW.
Los compradores se muestran reticentes a invertir en vehículos eléctricos y optan por los coches a gasolina en lugar de depender de una infraestructura de carga no muy fiable. Menos del 3% de las ventas representaron vehículos híbridos o de batería el año pasado. Es un atisbo aleccionador para las automotrices como Volkswagen AG, Renault SA y BMW AG, que apuestan por el cambio eléctrico e intentan medir el comportamiento de las compras futuras.
En diciembre, Madrid comenzó a restringir el acceso a los vehículos a gasolina fabricados antes del año 2000 y a los vehículos diésel antes de 2006. A partir de 2020, no se permitirá la entrada de automóviles diésel y ni de gasolina antiguos. En París, las autoridades han bloqueado los motores diésel de más de 13 años durante los días de semana a partir de este mes.
El tira y afloja entre el aire limpio en las ciudades y la movilidad de las personas se están dando en todo el mundo. En Estados Unidos, Seattle planea prohibir las ventas de nuevos coches de combustión para 2030. California, hogar del líder de autos eléctricos Tesla Inc., presentó un proyecto de ley a finales de 2018 para eliminar las ventas de nuevos vehículos a combustibles fósiles para 2040 en todo el estado. Otros estados tienen planes similares a partir de 2050.
Pese a las prohibiciones en los centros urbanos, BloombergNEF aún espera que los coches tradicionales representen casi la mitad de todas las entregas de automóviles nuevos en Francia en 2030, mientras que los vehículos eléctricos representarán el 40% de la demanda en Alemania. En Estados Unidos, las ventas de coches eléctricos deberían alcanzar el 60% para 2040.