Los accionistas de BP Plc votarán en una asamblea general el martes sobre una resolución que llame a la compañía a demostrar cómo su plan de negocios corresponde con los objetivos del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Esta es una prueba de que los inversionistas tienen el poder de obligar a los ejecutivos a poner atención a sus responsabilidades ambientales, y sugiere que las amenazas de expulsar a los transgresores climáticos de los mercados de valores son engañosas.
La aprobación de la propuesta parece casi segura, dado que BP dijo en febrero que apoyaba el compromiso, y que cuenta con el apoyo de al menos siete de los 20 mayores inversionistas de la gigante petrolera.
Este activismo de los inversionistas probablemente tendrá un efecto mucho más grande para obligar a la compañía a corregir sus prácticas emisoras de carbono que jugadas como bloquear sus oficinas principales, sin importar los loables motivos de los activistas de Greenpeace que impidieron al personal de BP ingresar a su oficina el lunes.
Ciertamente es una mejor alternativa que la propuesta del británico John McDonnell, del Partido Laborista. El ministro de Hacienda en la sombra dijo al periódico The Guardian en una entrevista la semana pasada que consideraría modificar la ley para obligar a la Bolsa de Valores de Londres a sacar a las firmas que no cumplan con sus obligaciones para preservar el planeta.
Aparte del problema de establecer criterios objetivos para identificar a los transgresores –¿las empresas que comercializan productos alimenticios deberían caer a cuenta de la actual tendencia hacia el veganismo, por ejemplo?–, sacar a las compañías de los mercados públicos y empujarlas hacia la propiedad privada, o impedirles que salgan a la bolsa, ignora la realidad de que la luz del sol es el mejor desinfectante.
Thomas Carruthers acaba de ganar una subvención de 750,000 libras (US$ 952,000) de Scottish Enterprise, la agencia de desarrollo económico financiada por el gobierno, para ayudar a financiar su plan "Project Heather" de crear una bolsa de valores con sede en Edimburgo.
Las compañías que quieran comerciar en ella tendrían que "demostrar cómo planean usar el capital obtenido para un impacto positivo en la sociedad o el medio ambiente", según la agencia.
Dado el actual entusiasmo de la comunidad de inversionistas por cualquier cosa que cumpla con los criterios de medioambiente, sociedad y gobierno, simpatizo con la tentación de diferenciar una nueva bolsa ofreciendo inversiones con utilidad social; pero me parece la manera errónea de salvaguardar el futuro del planeta.
Si los únicos emprendimientos que pueden tener un lugar en la irrelevante nueva bolsa de Escocia son las que ya cumplen con los criterios que establece, las firmas que no puedan superar las dificultades –o que ni siquiera lo intenten– aún podrán seguir poniendo en peligro nuestro frágil ecosistema.
BP ya empezó a reducir su dependencia en los combustible fósiles, asignando un modesto 3% de su gasto de capital anual de US$ 15,000 millones a inversiones bajas en carbono.
En diciembre del 2017, gastó US$ 200 millones en comprar una participación de 43% en Lightsource Renewable Energy Ltd., que desarrolla y mantiene granjas fotovoltaicas en Europa. En junio, pagó 130 millones de libras por Chargemaster, la compañía de carga de vehículos eléctricos más grande de Reino Unido.
Es posible que la compañía dé esos pequeños pasos sin la presión de inversionistas como Bruce Duguid, quien, como director de administración y participación en Hermes Fund Managers, lideró la redacción de la resolución de BP. Hermes es la firma de inversión que empezó a manejar el plan de inversión de la compañía de telecomunicaciones de BT Group Plc. en Reino Unido.
Pero Duguid dijo a mi colega de Bloomberg News, Kelly Giblom, a principios de este mes, que le preocupaba que BP "se estuviera quedando atrás de otros competidores en términos de ambiciones" respecto a sus obligaciones climáticas. En vista de la cantidad de accionistas que han respaldado sus esfuerzos, claramente no está solo.
La activista climática Greta Thunberg ha pedido a escolares de todo el mundo repetir su protesta de marzo este viernes. La presión sobre las compañías para que reduzcan sus huellas de carbono solo se intensificará a medida que la evidencia del daño crezca.
La participación, no el ostracismo, es la mejor manera en que los custodios de los ahorros del mundo añadan su influencia a la presión.
Por Mark Gilbert