La Semana de la Moda de Nueva York vuelve mañana viernes con un calendario de seis días que incluye más de un centenar de desfiles, la mayoría presenciales, con marcas veteranas como Carolina Herrera y Jason Wu, otras emergentes como Patricia Voto, más algunas inesperadas, como Tommy Hilfiger y COS.
La primera jornada comienza con el desfile de Proenza Schouler, que celebra su veinte aniversario, y en la última, el miércoles 14 de septiembre, bajará el telón Tom Ford, líder del Consejo de Diseñadores de Moda de EE.UU. en los años de la pandemia e impulsor de cambios para promocionar la inclusión y la sostenibilidad en el sector.
También figuran nombres como el de Tommy Hilfiger, que vuelve a la Gran Manzana después de tres años con un desfile inspirado en el famoso Factory de Andy Warhol que se retransmitirá en el metaverso y cuyas prendas se podrán comprar de inmediato, en contraste con las colecciones que tardan meses en llegar al público.
También destaca el aterrizaje de dos grandes firmas italianas: Marni, que se estrena en Nueva York como parte de una “gira” internacional, y Fendi, que celebra el veinticinco aniversario de su bolso “Baguette” de la mano de la modelo Linda Evangelista, hasta ahora alejada de los focos por una mala experiencia cosmética.
Hay muchas firmas, unas más veteranas y otras más jóvenes, que se han ido consolidando como fieles a la cita neoyorquina, desde Carolina Herrera, Michael Kors y Jason Wu hasta Cristian Siriano y Laquan Smith, pasando por Coach, Tory Burch y Willy Chavarria, cuyas piezas suelen verse en eventos de alfombra roja.
Entre todas estas marcas, generalmente ligadas a la alta costura o las grandes ocasiones, sobresale una excepción: la cadena de ropa asequible sueca H&M, que presenta la nueva colección de su firma minimalista, COS, en un desfile que muestra el interés de la empresa por el mercado estadounidense.
Asimismo, se están abriendo paso cada vez más diseñadores emergentes, algunos con claras apuestas por la sostenibilidad, como Gabriela Hearst, creativa de Chloé y que tiene su propia línea; Patricia Voto, que utiliza telas sobrantes de otras casas de moda, o Alejandra Alonso Rojas, que sigue procesos artesanales naturales.
Unos entran y otros salen, ya que hay diseñadores antes asiduos a esta cita que han optado por seguir su propio ritmo, como Ralph Lauren, que presentó en marzo su colección en el Museo de Arte Moderno, o Marc Jacobs, que lo hizo en junio en la Biblioteca Pública.
Siguiendo la tendencia de los últimos años, los desfiles se celebran por toda la urbe y en algunos casos toman espacios exclusivos y desconocidos para la parte de la sociedad, como el lujoso Hotel Plaza junto a Central Park, o el restaurante Cipriani de Wall Street, frecuentado por celebridades y altos ejecutivos.
Y destaca alguna elección que parece responder a motivos más allá de la moda, como la plaza de la sede de Naciones Unidas, que consta como el escenario planeado para el desfile del modisto de ascendencia nepalí Prabal Gurung, también activista defensor de los derechos de los inmigrantes y de las mujeres.
Aparte de esos desfiles enmarcados en el calendario oficial y centrados en la moda estadounidense, hay una constelación de pasarelas que exhiben moda de otros países y culturas, como la Plataforma de Diseñadores de Latinoamérica o la Rise NYFW, que acoge a varias diseñadoras indígenas canadienses.
Pero no todo son desfiles, ya que la “Fashion Week”, que atrae a numerosos visitantes de turismo y negocios a la ciudad, va acompañada de charlas, presentaciones y exposiciones en torno a la moda como la del Fairchild Fashion Museum, que mostrará fotografías de momentos históricos de este arte.