Fueron treinta y seis años los que necesitó el antropólogo e historiador peruano Juan Ossio para llegar al manuscrito original (Manuscrito Galvin) del cronista mercedario vasco Fray Martín de Murúa, autor del siglo XVII, que como el conocido cronista Guamán Poma de Ayala, retrató con dibujos aspectos de la sociedad inca.
Tras sus pasos por la Universidad de Oxford, Ossio se interesó aún más por investigar la idea de la historia que habían tenido en la cultura inca, y por tanto sus cronista. Interés que un azar del destino, lo llevó a rastrear un manuscrito perdido con secretos de nuestro pasado prehispánico.
Hoy esa tarea, Ossio la convirtió en un libro que se hizo posible por la intervención de EY y la producción editorial de Anel Pancorvo. La primera pista la encontró en 1970, en un fichero de la Biblioteca Nacional del Perú.
Era un simple “expedientillo” que contenía fotografías de lo que parecía ser un códex inédito que había sido ofertado alguna vez sin ninguna gloria.
En ese entonces, Ossio ya estaba familiarizado con los 37 dibujos de Murúa que se habían divulgado bajo el llamado “Manuscrito de Wellington”, pero aquellas fotografías le revelaron que existían dibujos sin estudiar. “Le pedí a la Jefa de Sala de Investigaciones de aquellos años, Graciela Sánchez Cerro, que investigara dónde podíamos hallarlo. Le dije: nosotros los peruanos tenemos que descubrirlo primero”, cuenta el historiador.
Bajo siete llaves Luego de dos años de contactos e investigaciones se encontró con una nueva pista cuando su amigo, el también historiador peruano José Durand, le sugirió que el manuscrito podría estar bajo las siete llaves de un bibliógrafo irlandés llamado John Galvin. “Te va a costar un trabajo enorme convencerlo. Muchos lo han intentado sin éxito”, le advirtió Durand.
Incluso, el historiador peruano tuvo que pasar una serie de aventuras para acercarse al celoso Galvin, dentro de estas, orquestar una reunión en Liverpool en la década de los ochenta con personalidades peruanas como Hernando de Soto y Mario Vargas Llosa. “Pero Galvin nunca llegó, sino mandó su hijo, de quien me hice amigo”, continúa Ossio. Años después, sería Sean Galvin quien lo invitaría a Dublín.
“Equipó toda su biblioteca y me colocó en medio del manuscrito de Murúa. En total, esperé 36 años para ese momento”, narra el historiador, a quien luego la familia le daría la potestad de grabar y difundir todo su contenido.
¿Cómo se interesó en los manuscritos de Fray Martín de Murúa?
Desde el inicio de mis estudios, siempre estuve maravillado por entender cuáles eran los valores de la cultura incaica, sobre todo, cuando cursaba en la Universidad de Oxford, me generaba mucho interés conocer la idea de la historia que tenían en la cultura prehispánica. Fue así que comencé a estudiar a Guamán Poma de Ayala, quien menciona a Murúa como cinco veces y de quien hice una primera investigación.
Sin embargo, las crónicas de Murúa no gozan de popularidad, como las de Guamán Poma de Ayala. ¿Por qué?
Guamán Poma era muy difundido porque era nuestro cronista. Acá hemos tenido dos representantes de la documentación histórica de los siglos XVI y XVII pero escrita por gente autóctona: el Inca Garcilaso de la Vega (mestizo) y Guamán Poma, que se expresa en un quechuañol, fuentes que nuestra gente autóctona pudo haber creado y no de la versión de un español.
¿Cuál ha sido la importancia de encontrar estos manuscritos?
Solo tenemos tres códices: uno de Guamán Poma y dos de Murúa. Por una suerte de azar de la historia, resulta que la novedad que presentan estos manuscritos es que sus autores se conocieron y escribieron. Entonces tenemos una secuencia en las fuentes: un extremo indígena y otro que es totalmente escrito bajo los cánones de la historiografía occidental. Otro punto es que nos brindan datos para conocer la historia de los incas, como por ejemplo la descripción de ciudades incluso con dibujos que nos permite conocer la evolución del urbanismo del Perú.
¿Usted cree que sigue atrayendo a los jóvenes estudiar los temas prehispánicos?
Yo he tratado de estimular a mis estudiantes. Nosotros tenemos un postgrados de estudios andinos en la Universidad Católica con un curso sobre ambos cronistas y hemos tenido mucho estudiantes interesados. Pero donde más éxitos he tenido es cuando he sido invitado a la universidad de Harvard y la Universidad de Chicago.
¿Cómo ve el apoyo del sector privado hacia la cultura?
La verdad está dicha que sin el sector privado, la cultura se encontraría en una situación de postración muy grande. El Estado no es generoso con la cultura; yo he sido ministro de cultura y lo he sufrido. Felizmente cada día los empresarios van tomando conciencia de que hay no solamente una responsabilidad social, sino además una responsabilidad cultural porque a finales de cuenta han descubierto que la cultura puede ser la gallina de los huevos de oro. Este libro también es un ejemplo, que además se difunde y se cuelga en Internet.