¿Después de la tormenta, viene la calma? La norma que busca promover una alimentación saludable, promulgada como la Ley N° 30021, generó conflictos entre gremios empresariales y el Gobierno, algo que ahora puede ser un espacio de oportunidad para que el primer grupo tome el liderazgo y promueva, por ejemplo, inversiones que alienten conductas saludables.
Así lo considera Luis Triveño, director ejecutivo de la consultora Proexpansión, quien aún ve esta ley —llamada contra la 'comida chatarra'— como insuficiente para combatir la malnutrición, pero a la que debería seguirle un "cambio de mentalidad" por parte de los opositores, especialmente de las empresas, para alentar actividades como el ejercicio.
"Imagínate una ciclo vía de negro y rojo con el logo de Coca-Cola, o de celeste, blanco y rojo con el logo de Nestlé. ¿Quién no va a querer que un niño coma un chocolate luego de haber pedaleado unos 5 km? Esa mentalidad creo que debería venir luego de esto. Aferrarse al 'no te metas conmigo' es un problema que, en el caso de Repsol, ha generado un costo muy alto", apuntó Triveño.
Criticó que los industriales, al acusar a la ley como negativa para la transmisión del Mundial 2014, no tuvieran la actitud "más feliz" en este debate. Incluso el señalar que sería mejor atender la desnutrición en lugar del "exceso" en la malnutrición no tendría asidero, puesto que "uno puede resolver varios problemas a la vez".
¿Descontrol?Según un estudio elaborado por la consultora, la malnutrición debe entenderse en tres componentes: desnutrición, obesidad y sobrepeso. El primero es el que más conocemos. La obesidad afecta al 11% de peruanos, mientras que el sobrepeso al 26%. En el grupo de 1 a 19 años, un 11% sufre de sobrepeso y un 4% de obesidad.
"El Estado pudo haber optado por otro mecanismo que no fuera esta ley", apuntó Triveño. Pero eligió, por ejemplo, afectar mecanismos de la publicidad que promueven alimentos procesados a los niños. La razón para esta decisión, según el ejecutivo, se debería a un "descontrol en este mercado".
"Si hubiéramos tenido una industria que dedicara parte de esos US$ 350 millones al año para promover esta publicidad también en el ejercicio físico o el uso de bicicletas, o mostrar el consumo de sus bienes como un momento de disfrute en lugar de una necesidad diaria, tal vez no estaríamos aquí", agregó.
Pero no es solo la empresa, sino también las familias las que tendrían que hacer cambios. "Una ley no adaptará la dieta diaria", advirtió. "Creo que es una ley incompleta para sus objetivos. Incluso con un reglamento perfecto, va a ser insuficiente para resolver el problema, pero tendrá un impacto".