(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)

La situación política que vive el Perú ha generado que el emblemático diario británico Financial Times -en su última editorial titulado “- aborde el contexto actual.

FT dice que en cualquier país del mundo tras la epidemia de coronavirus, la más mortífera, se podría esperar un cuidado especial en la elección del ministro de salud. “No así en el Perú”.

Dos días después del nombramiento de Hernán Condori como ministro de Salud -la semana pasada- el Colegio Médico peruano exigió su renuncia, diciendo que el nuevo ministro había ofrecido servicios ginecológicos no autorizados, promovido a curanderos y sin estar mínimamente calificado, sostiene el diario.

Muchos peruanos -ahora- dicen lo mismo del hombre que lo nombró, el presidente Pedro Castillo”, refiere FT.

Cuando el maestro de escuela primaria rural ganó por poco las elecciones el año pasado, los optimistas esperaban que pudiera construir una coalición que se extendiera mucho más allá de su partido marxista-leninista Perú Libre y gobernar de manera pragmática, apunta.

Los pesimistas -en cambio- señalaron su total falta de experiencia y la influencia de Vladimir Cerrón, el sombrío jefe del partido (con sentencia judicial de corrupción) formado en Cuba, predijeron el desastre. “A siete meses de la toma de posesión de Castillo, los pesimistas han prevalecido”, sostiene FT.

A reglón seguido, precisa que Castillo intenta enderezar gobierno tambaleante con nueva reorganización. El presidente está en su cuarto primer ministro, su tercer ministro de Relaciones Exteriores y su segundo ministro de Finanzas. “Su gobierno se tambalea de crisis en crisis”, subraya.

El tercer primer ministro -Héctor Valer- fue designado a principios de este mes, pero duró solo cuatro días después de que surgieron acusaciones de agresión a su esposa e hija, recuerda FT.

Su reemplazo (Aníbal Torres) es una figura conflictiva que probablemente no sobreviva mucho tiempo. Casi a diario surgen nuevos escándalos, en su mayoría acusaciones de incompetencia o corrupción”, sostiene el periódico británico.

Agrega que los problemas políticos de Perú no comenzaron con Castillo. Por el contrario, refiere que “el presidente es un símbolo de un desorden institucional más amplio”.

La desintegración de los partidos tradicionales, el desprestigio de la clase política en medio de recurrentes escándalos de corrupción y el constante forcejeo de presidentes con legisladores hostiles han creado una crisis de gobernabilidad que amenaza a la democracia peruana”, alerta FT.

Parte del problema -acota- es la Constitución de 1993. Producto de la presidencia autoritaria de Alberto Fujimori, otorga al presidente amplios poderes para vetar leyes e incluso disolver el Congreso unicameral, pero también permite a los legisladores destituir al jefe de Estado por “incapacidad moral”.

El término nunca se ha definido claramente, pero muchos peruanos creen que su presidente cumple con los criterios”, refiere el diario británico.

Aunque la política radical de Castillo ha polarizado al país, el tema no es principalmente ideológico, sino de competencia”, remarca.

Anota que a pesar de las políticas macroeconómicas generalmente sólidas durante las últimas dos décadas y un crecimiento decente, demasiados ciudadanos se han quedado atrás, lo que es una de las razones de la victoria de Castillo.

Como en otras partes de América Latina, existe una necesidad urgente de mejorar la educación, la salud y la infraestructura, preservar los ecosistemas frágiles y avanzar hacia una energía más verde. Una élite reducida necesita compartir más ampliamente el poder político y económico”, sostiene.

FT recuerda que, hasta ahora, el Congreso se ha abstenido de destituir a Castillo. Un intento de hacerlo en diciembre pasado estuvo muy por debajo de la mayoría requerida de dos tercios.

Los legisladores temen que, si destituyen al presidente y su vicepresidenta, se verán obligados a convocar nuevas elecciones generales y, por lo tanto, perder sus puestos”, sostiene.

En ese sentido, para FT el “Perú no puede permitirse cuatro años y medio más de caos gubernamental. Ha llegado el momento de que los legisladores pongan el interés nacional en primer lugar y brinden a los votantes una nueva oportunidad de elegir un líder capaz de abordar los problemas apremiantes de su país”.