El viernes señalábamos aquí mismo que el gobierno podría tratar de aprovechar las circunstancias para dar la imagen que actúa frente a la situación económica y los reclamos, impulsando un aumento de la Remuneración Mínima Vital, buscar un nuevo retiro de fondos de las AFP, plantear subsidios o bonos, u otras medidas de este tipo, y preguntábamos, ¿qué hará el ministro de Economía?, ¿“colaborará” con la “estabilidad política” de su gobierno y la popularidad de su Presidente, o se la jugará por la estabilidad económica del país?
La respuesta llegó muy rápido, sin demora. Todo el discurso técnico y las negativas o resistencias iniciales quedaron atrás.
Aumentaron la Remuneración Mínima Vital de inmediato y desde el Ejecutivo, a pesar que el ministro de Economía y Finanzas dijo que había espacio para el aumento, pero que había que analizar la oportunidad; y que le está echando toda la responsabilidad al Ministerio de Trabajo.
Redujeron en 90% -ahora ya es el 100%- el Impuesto Selectivo al Consumo para los combustibles, cediendo a la demanda de los transportistas, y aunque el MEF dice que es temporal –por seis meses “prorrogables”-, ¿cómo y cuándo van a restituirlo al 100% sin generar otra ola de protestas?
También anuncian la reducción del IGV a cinco productos alimenticios; y la revisión de los contratos de los peajes, obviamente para rebajar las tarifas, y empezarán con la recaudación del Estado.
Si a esto le sumamos el populismo económico que anuncia también el Congreso, la alegría de los que protestan será total. Ejecutivo y Legislativo competirán por quién será más dadivoso y populista.
Y esto puede ser sólo el comienzo. Los reclamos y las demandas continúan.
Como siempre ocurre en estos casos, el ejemplo cunde, y cuando se sientan precedentes de este tipo, ya no hay marcha atrás. Otros sectores, poblaciones, u otras organizaciones, pueden iniciar movilizaciones y bloqueos para plantear sus pedidos maximalistas, al ver que el gobierno envía a sus ministros a firmar acuerdos en los que cede con tal de que cese la protesta.
Por otra parte, nada indica que el alza de precios, derivada de: i) la inflación por factores externos; b) las expectativas negativas consecuencia de la mala conducción del gobierno en los diferentes sectores; y, c) la incertidumbre política; vaya a terminar pronto.
¿Qué hará entonces el gobierno?, ¿qué hará el MEF?, ¿seguirán cediendo?, ¿qué dirán ahora todos aquellos que ponían de relieve la responsabilidad del MEF, y que mostraban su confianza de que el Presidente tendría un dique de contención allí?
El Presidente ha tenido serias derrotas políticas en tres días. Su “conexión” con el pueblo se rompió, y ha sido el pueblo el que le ha generado los problemas más graves y los reclamos más contundentes en lo que se refiere a la gestión gubernamental.
Al Presidente lo han puesto entre la espada y la pared: ¿reprimir o ceder para controlar las protestas y bloqueos?, y él, luego de atacar verbalmente a los dirigentes, decidió ceder. Ese pueblo le exige ahora que cumpla sus promesas, y él y su gobierno no saben qué hacer. Y el pueblo ha elegido golpear al Presidente y al gobierno en el corazón del país, en la sede de Perú Libre.
Como escribimos el viernes, soltar medidas populistas en medio de una crisis es una receta casi de manual de cualquier gobierno. Pero esa receta tiene un límite. ¿Y después qué?. Solo podrían quedar dos caminos: el agotamiento del gobierno por la presión popular, o medidas radicales populistas por instinto de supervivencia política como el control de precios, las nacionalizaciones, los subsidios, las exoneraciones, y un largo etcétera ortodoxo.
Si el gobierno no se enrumba por el camino correcto, y toma con firmeza el timón, pronto se convertirá en una piñata, a la que todos golpearán para sacarle algo.