Escribe: Sandro Denegri, Director del MBA con especialización en Business Analytics de Pacífico Business School.
En días pasado Manuel Romero Caro en X refería a DW (la agencia alemana) para comentar que se estima que millones de estadounidenses consulten a la Inteligencia Artificial (IA) por quién votar en noviembre próximo. Lo que me hizo recordar un artículo que escribí en el 2021.
Decía el texto, en los albores humanos la religión predominante era la animista. Si al bisoño Sapiens le surgía una duda simplemente preguntaba, por medio del chamán, a la diosa montaña o al dios sol y ella/él le mostraba la verdad a través del humo o semillas. Luego el hombre abrazó el monoteísmo, así, ante la duda preguntaba al sacerdote, quien encontraba la verdad en los libros sagrados. Posteriormente es él mismo quien se deidifica y nace una nueva religión: el humanismo, ante cualquier duda, el hombre recurre al psicoanalista que le dice que busque la verdad dentro de sí.
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En nuestro tiempo asistimos al nacimiento de una nueva religión, el Dataísmo –término acuñado por David Brook– que se basa en la sacralización de los datos, ahora cuando el humano tiene una duda simplemente acude al algoritmo y éste buscará la verdad absoluta en la data. Si nuestra empresa es exitosa –por medio de un dashboard–, si es sana nuestra vida –vía la consulta de un wearable– y hasta quién es la persona correcta para amarnos –el famoso match de las apps de citas– viene dado por datos en los que creemos ciegamente.
Volviendo al terreno electoral, si antes quien elegía al cacique era el rito del brujo tribal o el derecho a gobernar del rey provenía de la ley divina; podemos estar asistiendo al inicio de una nueva era donde la IA sea el nuevo oráculo, la nueva “dadora del poder” cuando una mayoría del electorado acuda a ella para preguntarle por quién debe votar, así como antaño se le preguntaba al sacerdote.
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Sesgos de datos, alucinaciones de la IA y hackers aparte, este escenario –no tan hipotético– nos plantea algunas cuestiones interesantes ¿Ante la pregunta de por quién votar la IA responderá lo más beneficioso para el país o para ese votante en particular? Si la respuesta es lo más beneficioso para el país ¿Qué pasará con el derecho de representación de los grupos minoritarios? Pero lo más importante de cara al resultado final ¿Será la racionalidad de los algoritmos mejor que la emocionalidad de los humanos? La respuesta es suya estimado/a lector/a.
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