Raúl Urquizo
Exdecano del Colegio Médico
La crisis sanitaria a causa del coronavirus afectó aún más el sistema de salud nacional, con el reto de optimizar el trabajo institucional articulado para responder a las necesidades de la población.
El bicentenario y el inicio del nuevo gobierno del Perú representan una oportunidad para repensar nuestro desbordado sistema sanitario. Una de las prioridades de las autoridades entrantes debe ser invertir más tanto en la prevención de enfermedades complejas, como en el control de la anemia y la desnutrición infantil, y en la inmunización de la población vulnerable. De esta manera, a largo plazo, se reduce el presupuesto designado al tratamiento de personas que las padecen y, con ello, se optimizará la gestión de recursos, económicos y humanos, destinados al sector.
En ese sentido, para fortalecer el primer nivel de atención, el Ministerio de Salud debe afrontar tres desafíos. Primero, es necesario ampliar las coberturas de vacunación que sufrieron un retraso significativo debido al covid-19. La pandemia ha resaltado el papel de la inmunización en la seguridad sanitaria global. Pese a ello, según cifras oficiales, 23 millones de niños de todo el mundo dejaron de recibir las vacunas básicas durante la crisis. En nuestro país, las tasas de cobertura regular cayeron de 90% a un 40% en promedio.
Además, se deben implementar estrategias descentralizadas que permitan llegar cada vez a más peruanos para protegerlos de patologías inmunoprevenibles y enfatizar la importancia de la prevención en el cuidado de la salud.
En la misma línea, un segundo factor para tener en cuenta es actualizar los esquemas de inmunización: contar con mejores y más modernas vacunas se traducirá en reducción de carga para el sistema sanitario y eficiencias para el Estado, pues la inversión en prevención supone ahorros muy relevantes en gastos médicos y en pérdida de productividad asociada a enfermedades.
Por último, una tercera tarea es priorizar la protección de grupos vulnerables, como las gestantes, adultos mayores de 60 años, y personas con comorbilidades, que, de contagiarse con una enfermedad inmunoprevenible, tienen mayor riesgo de presentar complicaciones. Por ejemplo, se debe priorizar la vacunación de pacientes con VIH, pues su respuesta inmune es menor que la de la población en general, lo que incrementa su riesgo de hospitalización y muerte por estas infecciones.
Si bien estos tres temas deben ser prioridad del sector, el reto va mucho más allá. Se debe destinar más presupuesto con rectoría del Ministerio de Salud para que las políticas se cumplan a nivel nacional y apostar por un sistema de salud unificado y enfocado en la prevención de enfermedades, en el que la atención primaria tenga la mayor cantidad de recursos e insumos para evitar duplicar esfuerzos en las zonas más necesitadas. Solo así se asegurará la salud como un derecho de todos los peruanos, sin importar su condición socioeconómica o en qué parte del país se encuentren.