Por Eduardo Morón
Presidente de Apeseg
Mi rutina diaria empieza con una suerte de lanzamiento al vacío. Luego de alistarme, me siento frente a la computadora y antes que nada reviso los nuevos proyectos de ley del Congreso. No es una tarea rápida porque este Congreso está batiendo récords respecto a cualquier otro periodo. Al 4 de julio, iban 853 proyectos de ley presentados. Así es, 8 diarios contando sábados y domingos. Pero tampoco es una tarea grata, porque 20% de los proyectos son de la categoría “declárase de interés prioritario, o de interés nacional el tema X”. Como los congresistas no tienen -en buena hora- iniciativa de gasto, su manera de promover gasto público en alguna dirección o respecto a algún tema es formular un proyecto de ley de ese estilo. Evidentemente, esto no son más que saludos a cada una de esas banderas. El presupuesto público no se moverá un ápice con esos proyectos. Y más allá de mostrarle la ley aprobada a algún grupo interesado, el Congreso no habrá hecho en la práctica nada. Esos son los proyectos más fáciles de escribir y seguro por eso su abundancia reciente.
En una situación ideal el proceso de presentar un proyecto de ley debería implicar un trabajo partidario donde se definan cuáles son los temas prioritarios en la agenda y las líneas por las que cada partido va a querer ser recordado por la población. La preparación de esos proyectos exige mucho trabajo, porque no solo se trata de entender la verdadera naturaleza de los problemas, sino de pensar en cuál de las potenciales soluciones genera mayor impacto en corregir ese problema, y menor impacto negativo indeseado en otros temas. Esto, muchas veces, implica conversar con los involucrados previamente a la presentación de la iniciativa. Eso sería lo responsable, pero no es lo que se está haciendo.
A regañadientes, los congresistas están entendiendo que los proyectos que se están poniendo a discusión en comisiones carecen de un diálogo previo, carecen de un estudio previo, y minimizan los daños colaterales que podrían causar. El Partido Morado ha presentado un proyecto de ley para tener una oficina dentro del Congreso que ayude a hacer todo esto. Creo que pecan de ingenuos. Es mucho más importante que los proyectos nazcan bien, esa oficina de estudios económicos del Congreso no va a ser capaz de enderezar tanto proyecto chueco.
“El proceso de presentar un proyecto de ley debería implicar un trabajo partidario donde se definan cuáles son los temas prioritarios en la agenda y las líneas por las que cada partido va a querer ser recordado por la población”.
Todas las semanas estamos enviando cartas a las diferentes comisiones argumentando por qué la manera como pretenden arreglar un determinado problema o no lo hace o lo hace generando uno mayor. Lo peor es que en lugar de que esas opiniones en contrario a un proyecto de ley motiven un acercamiento para entender mejor por qué nos oponemos, encontramos dictámenes que únicamente listan las opiniones recibidas para luego desecharlas sin mayor análisis.
Entiendo que cada congresista considere que es parte de su trabajo la formulación de muchos proyectos de ley, porque así podrá decirles a sus electores que estuvo intentando atender sus necesidades, sus prioridades. La tarea de los políticos es ser aglutinadores de intereses, no deberían ser guaripoleras de un determinado interés.
Creo que se necesita mayor humildad de parte del Congreso. Es difícil arreglar los múltiples problemas de nuestro país. Sería mucho mejor que empiecen el proceso de elaboración de un proyecto de ley con una o dos mesas redondas en las que escuchen opiniones de todos los interesados en el tema. Que se priorice lo que se puede arreglar legislativamente y lo que no. Que exista una segunda ronda para explorar detalles de un articulado propuesto o que se permita la presentación de algún trabajo que dé luz sobre el tema.
Es penoso ver la discusión de las comisiones del Congreso en las que el argumento más utilizado es que el proyecto está bien, y que mejor vamos al voto. Esta precarización de la función legislativa es terrible para el país. La inestabilidad de la legislación es un problema para cualquier economía. No digo que no se cambie nada, pero me parece totalmente desaconsejable que con tanta ligereza estemos aprobando proyectos que no han madurado, que no han sido evaluados.
Nadie puede negar que el país pide soluciones a múltiples problemas, pero si en cada hueco que tapo abro dos más, no estamos avanzando como país. Los partidos, sus líderes, son los llamados a repensar la manera como están actuando. Se acaba de terminar la primera legislatura de este nuevo Parlamento y por más esfuerzo que se haga por dorar la píldora desde la Mesa Directiva del Congreso, el balance es malo. Lo del último pleno es solo más de lo mismo.
Recordemos además que tenemos un Congreso unicameral y que el artículo del reglamento del Congreso que expresamente señala que no se debe exonerar de segunda votación lo que se aprueba es ignorado sistemáticamente. Así que este es un pedido a poner una pausa reflexiva en las dos legislaturas que faltan. Como dice el dicho, si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina en compañía.